Miraba al piso. Bueno, tampoco se podría decir que lo "miraba"; solamente mantenía su cabeza baja hacia el piso, con unos ojos vacíos y los párpados medio caídos, al igual que sus brazos y el resto de su cuerpo, que dejaba caer todo su peso sobre una humilde silla de madera. Llevaba media hora así, con la mente en blanco, dejando que las baldosas blancas del suelo penetraran sus ojos, convirtiéndose en lo único que ocupaba su mente en ese momento. Aunque de vez en cuando sus ojos se la jugaban, haciendo aparecer por milisegundos en el suelo un cielo azul infinito con nubes blancas, tal vez tan blancas como el resto del lugar en el que en realidad estaba— Tal vez "realidad" no es la palabra correcta...—. Con esas alucinaciones, podría dar la sensación de que en vez de suelo, lo que tiene ella bajo sus pies es techo. Se extrañó de que su pelo no cayera hacia "abajo" (o hacia arriba) por la gravedad, pero tampoco le dio mucha importancia.
Empezó a plantearse el levantarse de la silla, pero una fuerza muy poderosa le impedía mover un solo dedo. Se sentía completamente fuera de su cuerpo, como si ya nadie tuviera control sobre el mismo, como si estuviera muerto. Miró vagamente a su alrededor sin mover la cabeza y no vio nada más que blanco... Y colores que pintaban todo de tonos psicodélicos por insignificantes instantes. Parpadeó dos veces cuando la psicodelia volvió a atacar su visión— Bien sabía que esas imágenes y colores súbitos no eran reales, pero llegado a este punto... ¿Qué es real de todo esto?—.
A la mente de la chica le vinieron al recuerdo unas imágenes no muy bonitas: como un mar de recuerdos pudo ver un árbol nevado y sin hojas, al que se le aproxima un caminito de sangre procedente de una mano blanca y fría. Pudo ver también una muchacha llorando en un porche en una casa en una tormenta nocturna que parecía no tener final y, también, vio un mar de cadáveres que una sola persona había provocado y esa persona, con una cara que conocía demasiado bien, miró a la joven con ojos ardientes de ira y llenos de tristeza oculta, teniendo en el punto de mira a su siguiente víctima.
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Miraba al piso con los ojos muy abiertos. ¿Acaso había soñado todo eso? Probablemente aún esté soñando, probablemente aún no se despierte y probablemente no lo vaya a hacer nunca. Vivirá en una pesadilla eterna, aunque más que vivir lo único que hará será morir cada vez más. Sin escapatoria. Un ciclo infinito de sueños que nunca terminará. Vivirá con el miedo a cerrar los ojos, con el miedo de volver a abrirlos y despertar en un aparentemente nuevo lugar, mientras su mente grita alertándola de un futuro fatal, del que ella probablemente sea ya consciente.Pero llegado a este punto... ¿Qué es real de todo esto?
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Yo.
AcakAbrí los ojos. Se escuchaba una tormenta afuera. El viento chocaba contra las persianas exteriores de mi habitación, haciendo que choquen contra la ventana y provocando un estruendoso sonido. Me quedé mirando el techo durante 10 eternos minutos, pen...