Cycle III

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Abrí los ojos de golpe al despertarme un trueno fortísimo fuera de la casa. Había una tormenta. El viento golpeaba con fuerza las persianas exteriores de mi habitación, haciendo que choquen contra la ventana y provocando un estruendoso sonido. Me extrañaba que nadie más se haya despertado con todo ese ruido.

Me desperté, inconsciente de mí misma y con una sensación en el pecho de que algo saldría de la oscuridad de mi habitación. Caminé por el pasillo de mi casa, atravesando la cocina y cuanto más me acercaba a la terraza más escuchaba aquel grito ensordecedor, como si alguien... acabara de saltar del balcón.

El miedo se apoderó de mí y caí al suelo con las manos en la cabeza y gritando lo máximo que podía. Ambos gritos se fusionaron, tanto el mío como el de la chica que se encontraba en el suelo de la calle, en proceso de desangrarse bajo la lluvia.

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Corría lo más rápido que podía por las escaleras del edificio con el sentimiento del terror helando mi sangre y quemando mi pecho, ahogando mis pulmones. Apunto de llorar por el pánico y la ansiedad, me paré en seco al llegar al tercer piso y me encontré a mí misma en medio de dos chicas idénticas a mí. Una, con los ojos rojos de llorar; otra, empotrada contra la pared con el cuello totalmente quebrado, estando su cuerpo de cara a la pared, pero la cabeza echada completamente hacia atrás. Y las dos me miraban. Me miraban con la mirada más vacía, más triste, más suicida, más juiciosa, más asesina, más aterrorizada, más llena. 

Y un grito ensordecedor sonaba.

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Me balanceo de pie, con las manos en la cabeza. Gritos, gritos, gritos en mi cabeza. Mis muñecas están sangrando, mis brazos están sangrando, mis piernas están sangrando, mis lágrimas son sangre también y mi desesperación también parece estar arrancándome sangre del cuerpo.

Miro al espejo del baño del colegio borroso por las lágrimas que humedecen demasiado mis ojos y está roto. Resquebrajado y con manchas de sangre igual que mi piel.

Me acabo rindiendo y me dejo caer al suelo, llorando ahogadamente porque no puedo respirar.

Todo era muy confuso.

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Abro los ojos y dos lágrimas caen por mis mejillas y huyen por mi cuello. Veo un cerezo florecido ante mí cuyas hojas las mueve un viento enojado. Hay nubes grises que no dejan pasar los rayos del sol y yo solo miro las flores balanceándose enérgicamente, perdiendo algún que otro pétalo que se aleja en el horizonte infinito de larga hierba verde. Todo es silencio ahora.

Un chico se acerca a mí. Con pelo oscuro, largo como dejado crecer por el tiempo, vestido de oscuro. Está a pocos centímetros de mí y siento calma. Noto el viento echar mi pelo para atrás como si fuera el chico que me lo aparta. Acercando su mano a mi cara, me acaricia la mejilla y se apega a mí. No me abraza, sólo se queda cerca de mí. Puedo oír su respiración.

Tampoco quiero oír nada más.

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Abrí los ojos. Se escuchaba una tormenta afuera. El viento chocaba contra las persianas exteriores de mi habitación, haciendo que choquen contra la ventana y provocando un estruendoso sonido.

Me quedé mirando el techo durante 10 eternos minutos, pensando profundamente. La cabeza me daba vueltas ligeramente, tenía la sensación de que había tenido un sueño muy ajetreado, pero sólo podía recordar ligeras partes. Cogiendo aire, me di la vuelta en la cama y cerré los ojos de nuevo, ignorando esa maraña de recuerdos oníricos que al día siguiente se convertirían en nada. 

"Un ciclo".

Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora