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Entonces, cayó al suelo con las manos en el pecho tomando grandes bocanadas de aire, le era imposible respirar, no tenía ni idea de lo que estaba pasando y sentía que iba a perder el conocimiento tarde o temprano. Gritó por la impotencia de no recoger nada de oxígeno y se tiró por completo al suelo, haciéndose una bola con el cuerpo y sin rendirse del acto de aspirar, mientras sentía como si la cabeza le fuera a estallar. Después de unos instantes de lucha, perdió las fuerzas y se le pusieron los ojos en blanco, despidiendo lo que conocía de la vida.

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Abrió los ojos. Miró a su alrededor mas sin girar la cabeza y se situó. Estaba de nuevo allí. Estaba tumbada, con los brazos estirados en un suelo blanco como la nieve. Se sentía como en una pesadilla, aunque ya hubiera despertado de muchas.

Se puso las manos en la cabeza, pues el dolor que ésta sentía podía con ella. "He debido tomar algo que no debía" Pensó. Intentaba recordar dónde empezó todo esto pero ya dudaba demasiado de si el momento mismo de su nacimiento era ya parte de esta onírica locura psicológica. Se sentó sin moverse de sitio, con ligeros mareos acompañando sus movimientos y volvió a colocarse la mano en la frente. Al dolor de cabeza se le sumaba que sus pensamientos iban a tal velocidad que no podía ver nada claro ahí. Empezó a escuchar gritos en su cabeza y a alucinar colores psicodélicos en las paredes, y suelo, llenando todo de tonos que aparecían y desaparecían sin ningún tipo de ritmo ni orden. Cerró los ojos fuertemente y se volvió a tumbar, abrazándose las rodillas, esperando despertar al fin de esta maldición mental.

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Despertó por culpa de los besos en el cuello de su pareja. La joven se dio la vuelta en su dirección y se apegó a él, dejándose besar entre el cuello y la mejilla y sin abrir los ojos en ningún momento. Soltó un murmullo como muestra de satisfacción, seguidamente de que el chico tomara su cara y la besara suavemente. Empezaron a abrazarse entre las sábanas cuanto más apasionado se volvía el beso. Entonces, el joven se puso sobre ella y la miró a los ojos. La muchacha podía ver la clara lujuria en la mirada del chico, sabía perfectamente que de ahí no iba a salir hoy. Se mordió el labio con una media sonrisa picante hasta que él se acercó a besarla de nuevo, mientras metía su mano en la camisa de la joven, subiéndola hasta que entró en contacto con sus senos.

—Eres muy idiota...—Dijo con un tono cariñoso, sin dejar de besarse.

—... Son muy suaves...—Respondió el chico, ignorando el comentario anterior, jugando con los pechos de la joven.

—I..dio..ta...—Entonces la muchacha mordió el labio inferior del chico dulcemente y éste, ya sin poder aguantarlo más, le quito la camiseta a su novia, haciendo lo mismo ella con él, desnudándose ambos, concienciados de que esa noche no iban a dormir. Otra vez.

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Lo mejor de estar en un campo totalmente aislado de la civilización es: 1. Estás completamente solo. 2. Puedes hacer la croqueta infinitamente en el césped. A si que, eso es lo único que tenía pensado hacer la muchacha: Hacer la croqueta en un campo sin límites, mancharse de hierba su blanco vestido de tirantes y por un momento, dejar su mente en blanco. Eso podría hacer, de no ser que sentía una oscura presencia observando desde detrás de ese manzano, cuyas hojas se mecían con la brisa de la primavera que estaba por irse.

Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora