Me despierto al oír un zumbido, tan fuerte como si un avión de 20 metros pasara justo al lado de mis oídos. ¿Cuánto tiempo había dormido? Llevándome las manos a mis orejas, apretándolas con fuerza y, desconcertada, miro a mi alrededor, dándome cuenta que no sé dónde estoy.
Un color blanco inmaculado inunda cada superficie del cuarto en el que me hallo: paredes, techo, suelo, todo. No hay muebles, no hay puertas, no hay nada más que blanco. No corre aire tampoco ni se oye un mísero sonido, es una prisión perfecta.
Tengo una ligera sensación de déjà vu, siento que he estado antes en este lugar pero también podría asegurar que esa era la primera vez que pisaba ese suelo. Intento recordar qué había pasado antes y cómo era que había llegado ahí, pero ni una vaga idea se posa por mi cabeza. Consigo recordar cosas sin ningún tipo de contexto, cosas de mi pasado, fuera de la habitación, pero se sentían más como un sueño que como un recuerdo. ¿Estoy delirando?
Mi cuerpo se siente demasiado débil como para intentar buscar una salida y me cuesta tantísimo asimilar lo que está ocurriedo que hasta puedo sentir que me duele el cerebro. Nada más pensar en ello, empiezo a sentir una punzada en el pecho, como si algo o alguien me estuviera aplastando los pulmones y no puedo respirar, mis manos empiezan a verse como si fueran algo ajeno a mi cuerpo y mi cerebro pesa mucho dentro de mi cráneo. No sé que es lo que ocurre y empiezo a pensar que es por culpa de la habitación. Intento moverme pero siento que ya no soy dueña de mi propio cuerpo, y me duele. La paranoia empieza a consumirme, tengo un ataque de ansiedad y cada segundo que pasa me siento más alejada de mí misma, aun dentro de mí. Empiezo a gritar sin darme cuenta, mirando mis manos extrañas; no puedo oír nada, no puedo sentir nada más que angustia y un dolor inmenso en la parte más profunda de mi "existencia" y en todo mi cuerpo y sigo gritando con todas las fuerzas que tengo, aunque nada saliera de mi boca.
Entonces me doy cuenta: Estoy sentada en el asiento de un autobús, pero no soy yo, puedo ver mis manos y mis brazos y mis piernas, mi móvil con la lista de reproducción de musica, pero no soy yo. Estoy encerrada dentro de la cabeza de una persona que no parezco controlar.
Entonces me doy cuenta: Yo no soy real.
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Yo.
RandomAbrí los ojos. Se escuchaba una tormenta afuera. El viento chocaba contra las persianas exteriores de mi habitación, haciendo que choquen contra la ventana y provocando un estruendoso sonido. Me quedé mirando el techo durante 10 eternos minutos, pen...