Levanté la cabeza hacia el frente y abrí los ojos lentamente. Me encontraba rodeada de la más completa oscuridad, solamente acompañada de cientos de miles de millones de estrellas y planetas que solo parecían pequeñas motas luminosas de lo lejos que estaban de mí. Cientos de galaxias se encontraban a mi vista. Y enormes nebulosas que se sentían como el mayor placer para mi vista.
Miré al frente y pude notar que una de las estrellas se veía ligeramente más grande que las demás y como impulsada por una fuerza desconocida, me puse a caminar para acercarme a ella. Nada más poner un pie adelante, me di cuenta de que se había formado un largo camino de rocas espaciales, como asteroides sin atracción gravitacional hacia nada. Puse el pie sobre la primera roca y aunque no parecía estable del todo, seguí caminando.
Según como tenía entendido del descomunal tamaño de las estrellas, me extrañó el ver que la estrella a la que me aproximaba estaba aumentando de tamaño más rápido de lo que debería. Esa bola de gas, o era mucho más pequeña de lo que pensaba o bien se caminaba demasiado rápido en el espacio. Pasé por alto el hecho de que estaba caminando en el espacio sin ningún tipo de traje ni oxígeno; en mi mente sólo se encontraba esa estrella. Esa luminosa y abrasante bola de gas la cual era más y más grande a cada paso que daba.
Aún así, de vez en cuando (cuando no estaba todo en el más absoluto de los silencios) podía escuchar mi respiración, extrañamente fuerte. No rápida o agitada, solo fuerte sonante. Hipnotizante caminar, rítmica respiración, brillante y caliente estrella. Ese maldito astro me tenía totalmente fuera de mí, totalmente absorta de todo lo que me rodeaba. Y ni siquiera las bellas nebulosas o las preciosas galaxias llenas de estrellas, ni siquiera esas eran capaces de apartar mi vista de esa enorme esfera.
Estiré el brazo y abrí la mano, como si fuera a agarrar algo mientras podía sentir que la estrella se encontraba a escasos metros de mí. Y aunque así era, no sentía un calor demasiado abrasante, pero me daba igual. Quería tocarla. Quería tocar esa maldita estrella que me había arrebatado todo pensamiento que no fuera sobre ella. Y entonces, cuando mi mano se encontraba a menos de 2 metros del astro, pude ver que de éste salía otra mano acercándose a la mía. Mucho se abrieron mis ojos cuando sentí su sofocante calor que me derretía por dentro como si mi alma estuviera ardiendo aún cuando esa mano estaba a pocos milímetros de rozar la punta de mis dedos...
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Yo.
RandomAbrí los ojos. Se escuchaba una tormenta afuera. El viento chocaba contra las persianas exteriores de mi habitación, haciendo que choquen contra la ventana y provocando un estruendoso sonido. Me quedé mirando el techo durante 10 eternos minutos, pen...