CAPITULO II

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Yo la abrazaba con mucha fuerza, hasta que ella se quejo suavemente.

—Gian, no te quiero hacer sentir mal, pero me duele tu abrazo—.

—Perdona, en verdad lo lamento es que estoy tan emocionado—.

—Esto no es culpa tuya, hace pocos días entre a la primera quimioterapia y ahora me duelen hasta las pestañas—.

—De verdad, ¿tienes pestañas?–. Ella hizo uno de esos pucheros que me encantaba y cerro sus ojos–. ¿Te sientes mal?, ¿quieres que nos vayamos?—.

—Esas son muchas preguntas, pero te las puedo contestar con un simple si por favor—.

—Sólo fueron dos preguntas, amor. Vámonos–. Yo tome su silla de ruedas y salimos lentamente del aeropuerto. Una ves que llegamos al auto, Piero la ayudo a levantarse para poder entrar al auto. Ignazio guardo la silla de ruedas. Y a mi no me dejaron hacer nada. Debo de admitir que me sentí muy inútil en esos momentos. Me senté atrás con ella, puse su mano bajo mi mano y la apreté suavemente. Una ves que llegamos al hospital la ayude a bajar con cuidado del auto. Ignazio le dio la silla de ruedas a Piero y entre los tres la ayudamos a sentarse, una ves que llegamos a la habitación—.

—Espera un momento Gian, esas flores no estaban cuando Ignazio y yo nos fuimos—.

—Que raro, ¿estas segura?—.

—Segura—.

La acerque así donde estaban las flores y pudimos observar que tenía una tarjeta–. Mira, una tarjeta—.

—La puedes leer—.

Un obsequio para la persona que más amo en todo este mundo Julissa, esperó te recuperes rápido.

En El Corazón De Gian...Hasta El Final.  Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora