CAPITULO IV

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Entramos juntos al hospital. Nos sentamos en un sillón que se encontraba en la sala de espera.

—No sé que hacer Martina y aparte de todo eso las quimioterapias son demasiado caras, apenas lleva una y ya nos gastamos $10,000 euros—.

—Gian mira el dinero es lo de menos, yo les puedo apoyar en ese aspecto descuiden—.

—¿En verdad nos ayudarías? —.

—Si, de verdad, en que me puedo gastar tanto dinero yo sola, sería imposible—.

—Pues puedes gastarlo en ropa, bolsos, zapatos y maquillaje—.

—Seré vanidosa pero no para gastar todo mi dinero en eso. Pero en verdad necesitó hablar con ustedes dos—.

—Pues deberíamos de subir de una vez–. Caminamos hacia donde estaba el elevador, si yo hubiera ido solo hubiera usado las escaleras, pero conociendo a la perfección a Martina no iba a caminar tanto.
Una vez que llegamos a la puerta del cuarto, ella tomo una considerable distancia para que Julissa no se enojara mas de lo que ya estaba. Yo toque suavemente la puerta.

—¿Quien? —.

—Soy yo corazón, ¿puedo pasar? —.

—Si mi cielo adelante—.

—Me acerque a Julissa y coloque mis labios sobre su oído y le susurré–. Juli, Martina está afuera y necesita hablar con los dos—.

—Bueno, pero di le que entre por favor—.

—Yo salí hacia donde estaba Martina, abrí la puerta para que pudiese ver el interior del cuarto—.

—Ciao, ¿puedo entrar? —.

—Ciao, claro adelante Martina pasa—.

—Muchas gracias, mm creó que esta pregunta que te voy a hacer es muy tonta. ¿Como estas? —.

—Pues en lo que cabe estoy bien gracias—.

—Bueno iré al grano, quiero pedirles disculpas a los dos, por todo el problema que les cause desde mm pues siempre—.

—Yo no tengo nada de que perdonarte—.

—Pero...—.

—Yo te he perdonado desde el momento en que tú me hacías sufrir. No te preocupes yo no le guardo rencor a nadie. Menos a ti. Que grosera soy, sienta te Martina por favor—.

—Descuida, gracias. Bueno entonces tendrás que aceptar mi siguiente propuesta: les propongo a ti y a Gian que me dejen pagar las quimioterapias—.

—Pero es demasiado dinero Martina—.

—Si yo lo sé por eso los quiero ayudar—.

—Todos los presentes nos quedamos atónitos ante tal oferta pero sobre todo viniendo de Martina. Era una gran oportunidad, pero quedaríamos en deuda para toda la vida con los Secondini. Esto era una gran decisión para Julissa y para mi... —.

—Íbamos llegando a mi casa, mi novia Katty nos abrió la puerta junto con la ayuda de Elba para poder meter el auto de una ves. Bueno como dejar un auto tan caro en la calle—.

—Hola mi vida, te extrañe demasiado—.

—Yo también—.

—¿Y cómo esta Julissa? –. Pregunte mirando a Ignazio—.

—Pues en lo que cabe bien, tuvo su primera quimioterapia y eso la dejó bastante débil—.

—Pobre Julissa, hay que hacer algo para que también Gian pueda descansar—.

—¿Que tienes en mente Katty? —.

—Realizar entre todos un horario de guardia, para que todos la cuidemos un día en específico y Gian pueda descansar más—.

—Eso es muy buena idea Katty—.

—Ella nos miraba con esos ojos tan verdes y grandes que tiene, y yo mira los ojos cafés de Julissa y ambas miraban mis ojos verdes, los ojos verdes de mi hermano miraban a los ojos cafés de Sue hasta que yo me decidí y hablé–. Bueno creo que tomaremos esa propuesta, ya que si no te he comentado te lo diré ahora. Cancelamos toda la gira—.

—Les conviene a ambos entonces—.

—Si, pero como les pagaríamos tanto—.

—Bueno en primer lugar no les estoy cobrando nada si no ya lo hubiese aclarado—.

—Bueno entonces que quieres a cambio—.

—Nada!!!! Con que ella sane yo me veré por bien servida—.

—Y entonces yo volví a creer en ella y creo que todos los presentes le creímos, porque todo lo había dicho con tanta honestidad y sinceridad, que era más que imposible dudar de ella–. ¿Dónde debo firmar? —.

—Gian no empieces con tus bromas—.

—Tal vez mi hermano tenga razón—.

—Si es mejor tener todo por escrito, que tal si en algún momento te arrepientes—.

—Gian tu padre es abogado ¿verdad?, que el realice el contrato entonces—.

—Si le voy a marcar para ver si vamos o él puede venir–. Le tome el brazo a Martina y la lleve fuera de la habitación–. Martina en verdad agradezco que nos estés ayudando, pero no se me hace justo que tú nos ayudes y no recibas nada a cambio—.

—Bueno que, si quieres dar algo a cambio, tal vez no te cueste dinero, pero me podrías regalar una noche...—.

—¿Me estas pidiendo que tenga sexo contigo a cambio de que tu pagues todo el tratamiento?

—Tú dime lo tomas o lo dejas—.

—Y otra ves me encontraba contra la espada y la pared, regalarle una noche no es cualquier cosa. Aparte yo no le puedo mentir a Julissa, tenía que comentarle todo esto...—.

En El Corazón De Gian...Hasta El Final.  Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora