Capítulo 34 Mi triste realidad

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—Todos estaban reunidos en la casa para recibirme aquello me hizo sentir querida y a la vez triste, Gian empujo la silla de ruedas suavemente como era su costumbre y al entrar a la casa pude observar todos los adornos navideños que estaban colgado...

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Todos estaban reunidos en la casa para recibirme aquello me hizo sentir querida y a la vez triste, Gian empujo la silla de ruedas suavemente como era su costumbre y al entrar a la casa pude observar todos los adornos navideños que estaban colgados y al fondo de la sala estaba el árbol sin ninguna esfera ni luz sobre el, toda la casa parecía salida de un cuento de hadas, un aroma exquisito invadió mi nariz, al mirar hacia a la mesa que estaba a mi lado derecho pude observar toda clase de platillos exquisitos todos típicos de Italia obviamente, pero en especial había uno que moría de ganas por probarlo “La lasaña de carne molida” que preparaba la mamá de Gian siempre que íbamos a las reuniones antes del accidente de mis padres–. Les agradezco a todos por recibirme tan cálidamente–. Fue lo único que pude pronunciar porque si seguía hablando seguro terminaría por llorar, cerré mis ojos despacio para refrescar mis ideas por un momento y asimilar todo esto, de repente sentí que alguien se aproximaba a mi, abrí lentamente mis ojos y pude observar que era Eleonora la que estaba justo frente a mí—. 

Me gustaría charlar contigo un momento, claro solo si tú quieres–. Necesitaba disculparme por lo del otro día, la verdad siempre he apreciado tanto a sus padres y a ella que forman parte importante de mi vida y estar así con ella no era lo más justo para ninguna de las dos—.

Por supuesto Eleonora, quieres que salgamos mejor para estar más a solas–. Le propuse mirándola a los ojos—.

Creo que es lo más correcto—.

—¿Quieres que te lleve?–. Le pregunté casi al oído, provocando que una ligera sonrisa se pintara en sus labios por el ligero cosquilleo que provocó mi aliento sobre su piel—.

Yo la puedo llevar no te preocupes Gian–. Le dije a mi hijo sonriendo tiernamente—.

—Eleonora me llevo hasta el jardín, tenía demasiado tiempo que yo no lo veía estaba más hermoso que antes pensé, llegamos hasta la fuente que estaba justo en medio, ella se puso de cuclillas frente a mí y tomando mis manos entre las suyas me dijo...—.

Yo sé que tú escuchaste todo aquello que yo dije, me quiero disculpar por eso, tú eres como mí hija y discúlpame si no he hecho bien el papel de figura materna pero es muy complicado porque ambas sabemos lo maravillosa que era tu madre, te amaba con todo su corazón y aún me duele su perdida y me seguirá doliendo por el resto de mi vida–. Unas lágrimas salieron de mis ojos—.

—Tome su rostro en mis manos y limpie sus lágrimas con las yemas de mis pulgares–. No tienes de que disculparte, yo entiendo que tal vez ese día estabas cansada y aquello te hizo decir eso, a todos nos pasa por lo menos una vez en la vida–. Le dije mirándola a los ojos y limpiando las lágrimas que seguían saliendo de sus ojos, de repente el sentimiento invadió mi ser y también empecé a llorar, ella se levantó de inmediato y me abrazo con fuerza–. ¡¡Extraño mucho a mis padres!! Ya no quiero sentir esté vacío dentro de mí, porque todo lo que amo se tiene que esfumar de un día para otro, primero mis padres, después Gian y ahora también siento que Francesco se irá y me quedaré sola como siempre lo he estado—.   

En El Corazón De Gian...Hasta El Final.  Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora