Capítulo 38 Deseos de ti

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Todos en la casa estaban tan apurados preparando los grandes manjares para la cena de Navidad todos menos yo, me sentía pésima ese día ya que el día anterior tuve una de las peores quimioterapias de mi vida, pase más de 5 horas con el suero en ambos brazos–. Todo huele exquisito–. Le dije a Eleonora quien estaba en la cocina desde muy temprano, Gian era el encargado del postre y la verdad es que se veía bastante sexi batiendo los ingredientes con tanta delicadeza que parecía que nunca iba a terminar–. ¿Gian estás seguro de que estas batiendo todo? Porque ya llevas las horas con eso—.

—La voz dulce de Julissa penetro mis odios tan despacio que fue inevitable no voltear a verla–. Si me ayudarás ya hubiera acabado desde hace mucho tiempo–. Ella sonrió con las pocas ganas que su cuerpo tenía pero aún así se me hizo la sonrisa más hermosa que había visto a lo largo de mi vida–. ¿Ya te dije lo hermosa que te ves el día de hoy?—.

—¿Era verdad lo que mis oídos escucharon?–. No y aunque me lo dijeras yo se que es mentira–. Le dije tratando que no se me notará la emoción que por dentro estaba sintiendo—.

Te ves muy hermosa el día de hoy y claro que es verdad–. Le dije mientras seguía batiendo todo bastante despacio después me mordí el labio inferior muy despacio y la mire de nuevo—.

—Mis labios no pudieron pronunciar palabra alguna después de mirar aquella acción que hizo él, me le quede mirando como una boba por casi 3 minutos hasta que el por fin termino de batir todo y dio media vuelta lo cual me dio tiempo de reaccionar y poder mirar para otro lado—.

¿Mamá que más tengo que hacer? Olvídalo ya me acordé jajajajaja perdón ya no te distraigo más–. Estúpido tienes que hacer todo aún jajajajajaja—.

—La voz de Gian me hizo voltear rápidamente y nuestros ojos volvieron a chocar, sentí como el calor subía por todo mi rostro–. No vas a terminar nunca–. Le dije y retire mi mirada lentamente aunque  podía sentir su mirada tan intensa y penetrante—.

—Ahora quien empezaba a babear era yo no ella, no podía dejar de mirarla hasta que el timbre de la casa sonó tan fuerte que por poco tiro todo mi poco trabajo de toda la mañana–. ¡VOY!–. Grité desde la cocina mientras me quitaba el ridículo babero que traía puesto–. ¡YA CASI LLEGÓ!–. Volví a gritar mientras abría la puerta–. ¿Ignazio? ¿Elba? ¿Que hacen tan temprano por aquí? Apenas son las 2 de la tarde y la cena es hasta las 8 de la noche–. Aquello me había desubicado más que los hermosos ojos de Julissa—.

Yo llegó a la hora que se me da mi regalada gana Ginoble–. Le dije mientras acariciaba mi vientre en círculos–. No es cierto Gian, ¿podemos pasar?–. Le pregunté cuando yo ya estaba adentro de la casa—.

Pero si ya estás adentro Elba del Valle, pasa Ignazio estás en tu casa–. Estaba apunto de poner el babero ridículo y regresar hacer el postre más tardo de mi vida cuando Elbi me llamo—.

Gian ven por favor—.

Camine hacia a la sala en donde ya estaban sentados platicando con Julissa sobre la quimioterapia del día anterior–. Ya vine, ¿están bien?–. Se veían felices la verdad así que mi pregunta fue completamente fuera de lugar—.

Si, la razón de que llegáramos tan temprano es porque queremos hablar con ustedes dos para algo muy especial–. Me puse algo nerviosa porque le di un codazo a Ignazio para que el continuará hablando—.

Como saben estamos comprometidos…–. Le devolví el codazo a Elbi—.

Nos gustaría que ustedes fueran nuestros padrinos de velación—.

Nos miramos los dos a los ojos, por un momento tratamos de analizar las palabras que salieron de la boca de Elbi pero nos quedamos así... Mirándonos fijamente aún sin entender—.

—¿Chicos están bien?—.

—Si yo estoy bien–. Le respondí a Elbi con la voz más calmada que pude hacer en ese momento, Gian seguía mirando hacia la nada–. ¿Pero no para esas cosas necesitan escoger a parejas?–. Le pregunté bastante extrañada—.

No necesariamente, solo necesitamos a dos personas que se quieran realmente y que mejores personas que ustedes, aparte son nuestros mejores amigos y no nos va a decir que no ¿o sí?—.

Observé como Julissa se mordía el labio para después mirarme, nos quedamos en silencio por casi 5 minutos hasta que me decidí a hablar–. Por mi no hay ningún problema yo estoy en la mejor disposición de ayudar si eso se puede llamar así–. Conteste tratando de romper el hielo que se había formado en ese lugar, mire a Julissa quién tomo aire y hablo—.

Es todo un honor–. Me limite a decir aquellas palabras porque si Lisney se llegaba a enterar de aquello que lo más probable es que se enterará ese mismo día, me iba a odiar más de lo normal—.

Los amo más que hace cinco minutos jajajajajaja después les damos más detalles, solo necesitamos asegurará a los padrinos importantes–. Ambos tenían cara de preocupación pero no encontraba el porque–. ¿Necesitan que les ayudemos en algo?, dijo ya que estamos aquí—. 

—Aun seguí perdido en la inmensidad así que me limite a mover la cabeza en forma de negación, me levanté y me puse el babero ridículo y seguí preparando el postre (fresas cubiertas de chocolate en forma de rosa)–. ¿Mamá voy poniendo la mesa? Ya terminé el postre–. Le dije a mi madre mientras lavaba todo lo que había usado para la preparación, la escuché decirme si por favor, puse todos los platos en la mesa y pase con mucho cuidado todos los manjares que ya estaban listos, subí a mi habitación y me cambié de ropa (tenía preparado un traje bastante elegante para la ocasión), baje y camine hasta donde estaba Julissa–. ¿Te ayudo a subir para que te pongas tu ropa o te vas a quedar así?—.

—Me puedes cargar hasta mi cuarto por favor, me quiero poner algo más bonito que estos trapos que traigo en cima–. El se soltó a reír para después tomarme entre sus brazos y llevarme con mucho cuidado hasta mi recamara–. Gracias—.

—Por nada, te espero para volverte a bajar–. Cerré la puerta y me recargue en la pared, cerré mis ojos y empecé a meditar sobre el porque la había dejado y por más vueltas que le di al asunto no encontraba nada razonable–. Malditos instintos de hombre–. Pensé en voz alta y pude escuchar que Julissa se estaba riendo de lo que había dicho—. 

—Abrí mi ropero pero en realidad no había nada lindo que me pudiera poner porque desde que me enferme cambié los vestidos por pantalones holgados y las zapatillas por pantuflas, solo tenía el vestido azul, lo tome entre mis manos y me lo puse, me maquillaje rápidamente y trate de arreglar mi cabello que era un completo desastre–. Estoy lista–. Dije en voz baja pero suficientemente fuerte para que él me pudiera escuchar—.

—Abrí despacio la puerta y cuando la vi con ese vestido azul fue como regresar a aquel día de mi cumpleaños cuando ella llegó con ese vestido azul, me dieron unas tremendas ganas de tirarla en la cama y hacerle el amor–. Te ves hermosa, ¿estas lista para bajar?–. Pero me limite a solo decirme eso—.

Si estoy lista–. El con ese traje se veía tan elegante, tenía tantas ganas de tomarlo por la corbata y traerlo lentamente hacia mis labios, observé que el había cerrado la puerta muy despacio y camino de una forma bastante provocativa hacia mí...—.       

Continuará...

En El Corazón De Gian...Hasta El Final.  Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora