Capítulo 6 La Quimioterapia

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La doctora me condujo hasta la pequeña capilla que se encontraba dentro del hospital, era un cuarto no muy grande pero lo suficientemente espacioso para que cupieran máximo 10 personas, hasta el frente se observan algunos santos, ángeles y al cristo en su cruz, cuando entramos el lugar estaba completamente vacío, me fui a sentar hasta adelante, la doctora Lisney se sentó junto a mi, no dijimos palabra alguna, yo comencé a rezar en silencio, la doctora Lisney también rezo conmigo, yo le pedí a dios con todas mis fuerzas: por favor dejala vivir a mi lado, no me la quites, si te quieres llevar a alguien mejor lleva me a mi, te lo ruego por favor. Tenía mis ojos cerrados cuando la doctora Lisney colocó su mano sobre mi mano, aquello hizo que yo abriera mis ojos.

-Perdoné señor Gianluca, yo no quería...-.

Gian: no, descuide no pasa nada, le agradezco infinitamente su compañía

Dra. Lisney: de nada, ¿le puedo llamar Gian?

Gian: solamente con una condición

Dra. Lisney: ¿cual?

Gian: bueno son varias condiciones en realidad, la primera dejara de hablarme de usted, y la segunda solamente que usted me permita llamarla únicamente Lisney.

Lisney: por supuesto que si Gian.

Gian: bueno creó que es mejor que regrese con Julissa, tal ves se asuste si no me encuentra junto a ella

Lisney: ¿sabes regresar?

Gian: en realidad no

La doctora me acompaño de regreso a la habitación. Cuando entre a la habitación, Julissa seguía profundamente dormida. No quería que nada la despertara, la cama era bastante amplia para dos personas, así que con mucha delicadeza me acomode junto a ella. Y suavemente le dije al odio: nadie ni nada te hará daño mientras me tengas a mi lo prometo mi cielo, yo estaré contigo siempre, se que te he fallo en muchas ocasiones te pido que me perdones, porque yo no podría vivir sin... Antes de que pudiera terminar la frase ella abrió lentamente sus hermosos ojos, que me miraban fijamente y después esbozo una hermosa sonrisa y todo esto culminó con un beso tan apasionado como jamas en mi vida le hubiera dado.
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Por la mañana cuando abrí mis ojos y me tope con su dulce rostro y su exquisito aroma me sentí el hombre más afortunado de todo el universo. No quería moverme ni un milímetro de ella. Hasta que entro Piero a la habitación.

En El Corazón De Gian...Hasta El Final.  Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora