Capítulo 27 La carta...

95 9 1
                                    

(Gianluca)

—Piero, necesito que me prestes el auto para ir por Ney—.

—Gian pero si no necesitas pedirlo-. Le tendí la mano para darle las llaves del auto-. Pero yo te acompaño—.

Hice un movimiento de aceptación con la cabeza, salimos corriendo hacia donde se encontraba el auto, el condujo porque yo estaba más nervioso que un niño en una montaña rusa, al avanzar por las calles de Italia, lo único que se divisaba eran casa destruidas y gente herida por doquier, aquellas imagines provocaron que de me hiciera un nudo en la garganta, solo esperaba encontrar la casa de Lisney en pie y a ella sana y salva. Sentía que Piero conducía más lento que una tortuga y la desesperación y deos se empezaban apoderar de mi cada vez más rápido.

Gianluca, cálmate por favor, ella está bien—.

—Tu que sabes Piero, que tal si se le callo la casa encima—.

—Tu quieres que te de una bofetada verdad Gian—.

Al fin llegamos a la casa de Lisney, me desabroche el cinturón y baje corriendo del auto, al llegar a la entrada observé que la puerta estaba abierta, un frío recorrió todo mi cuerpo y me quedé inmóvil, cuando me puede incorporar de nuevo abrí un poco más la puerta y la vi allí tan perfecta como siempre, cuando se percató de mi presencia corrió hasta mis brazos para fundirnos en un cálido abrazó, regresemos al auto y Piero condujo de regreso.

—Bueno llegamos-. Decía mientras abrí la puerta de la casa para que pudieran entrar, al momento de que Lisney entro yo puse mi brazo para detener a Gian y no dejarlo pasar-. Necesito preguntarte algo—.

—Por supuesto, ¿que ocurre?-. Aquello se me hacía demasiado raro—.

Tal vez esto suene absurdo pero, si hubiera sido Julissa en lugar de Lisney, ¿te habrías preocupado aún más o no?—.

—Que tipo de pregunta esa Piero—. Le respondí mientras fruncía seño lo más posible—.

—Es solo algo así llamado curiosidad-. Le contesté para tranquilizar un poco el ambiente—.

—Mira si esto hubiera ocurrido tiempo atrás me hubiera preocupado demasiado por la seguridad de Julissa, pero ahora no me necesita ella tiene a Francesco...—.

—Detente allí Gian, ¿como que ella tiene a Francesco?—.

—Si que no te has dado cuenta—.

—No, disculpa soy distraído-. Le decía tratando de que mi tono de voz fuera el más creíble posible—.

Pues eso es lo que ocurre Piero y no quiero hablar más de este tema ¿de acuerdo?-. Sentia como la sangre hervía en mis venas, y no podía controlar esa rabia que sentía por Francesco—.

Después de todo el incidente ocasionado por el terremoto que gracias a Dios no afectó la parte en donde vivimos, pudimos regresar rápidamente a nuestras actividades cotidianas y por supuesto cada quien a su respectivo hogar.

Un mes y medio después del terremoto...

(Julissa)

Francesco me escribía cartas prácticamente todo el tiempo, me contaba como había estado su día, lo que preparaba de comer, los lugares que visitaba por cuestiones de trabajo, me contaba sobre toda la gente que conocía y sobre todo los bellos paisajes verdes que el miraba. Me contaba de todo pero nunca me había dicho lo que sentía por mi, si es que casi sentía algo o me estaba haciendo ilusiones de algo inexistente... Todas sus cartas llegaban a la misma hora sin falta todos los días, pero ese día ya pasaban de las tres de la tarde y la carta no llegaba, se me hacía tan raro...

En El Corazón De Gian...Hasta El Final.  Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora