Capítulo XVIII: El Mago de la Noche

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Omar

La sangre se detuvo…era el momento…

—Y tu debiste de ser tan «Titan Loco».—reí y logré retirar su mano con el puñal.

—¿«Titan Loco»? Yo soy…Samyaza, general de los ángeles caídos.

—Acabemos con esto…—sonreí y esperé su ataque.

La brisa movía mis cabellos, no le quité la mirada de encima en ningún momento, algunos escombros seguían cayendo. Un leve sonido me alertó estaba a punto de atacarme, soltó una pequeña sonrisa y se lanzó al ataque, ahora parecía un demonio, su su saco negro había quedado hecho trizas, golpe a golpe ibamos reanudando la batalla, sus alas eran un nuevo peligro.

Gotas de sudor caían de mi rostro, la batalla estaba pareja, él no mostraba ningún signo de cansancio, mis energías se estaban agotando.

Di un pequeño saltó hacía atrás y le lancé un ataque de energía que le lástimo una de sus alas, parece que lo hice amargar más, ya que en un parpadear su mano estaba en mi rostro, dispuesto a estrellarme contra el suelo.

—¡Eres un maldito insecto!—me empezó a pisar.—Pero está vez te perdonare la vida.—abrió su grandes alas y dio un saltó.

—No…no te dejaré escapar…—di un pequeño saltó y me sujete de uno de sus pies.

Se elevó sin importarle nada y atravesó el techo, intentó safarse de mi agarré, pero como no pudo se elevó más, se elevó tanto que empecé a perder el aire y empecé a caer…

—Jajaja no desperdiciaré esta oportunidad.—empezó a caer en picada, y me dio un golpe en el estómago dirigiéndome hasta el suelo.

El impacto me rompió todos los huesos y me hizo sangrar hasta por demás, pero debido a la regeneración sigo vivo…

—Eso te enseñará mocoso.—emprendió vuelo.

—No te dejaré…—escupí sangre.

Estaba apuntó de quedar inconsciente cuando una voz me despertó.

—Te dije que te caerías…espera…¿Cuanto tiempo llevas ahí?

—No hay tiempo.—me puse de pie con dificultad y empecé a correr en dirección de Samyaza.

El cielo seguía obscuro, Zeus me dio la hora, eran las tres de la madrugada, estaba saltando de techo en techo tras Samyaza, lo podía divisar, de un momento a otro cambió de curso y empezó a ir en dirección contraria, o sea hacía mí, pasó s por mi lado, la brisa chocó con mi rostro, me detuve en seco y volví a reanudar mi marcha.

Estabamos cerca a mi casa, detrás de ella para ser cierto, bueno casi detrás ella, cuando este infeliz descendió pero no para detenerse…

—¡Samyaza no lo hagas!—me detuve en seco al ver que sujetaba a una joven de los brazos.

—Jajaja ahora haste el héroe.—la empujó a la calle, para la mala suerte de ella y de mi un auto venía a toda velocidad.

—Te arrepentirás…—susurré mientras corría hacia la calle.

El ruido que generó las llantas en el intento de frenar fue estrepitoso, pero no hubiese logrado detenerse si no fuera por mí, que detuve el auto con la mano izquierda, usando un poco de energía, el parachoques se abolló, laz luces me cegaron y una voz alarmada pregunto:

—Todo bien.—dijo bajando del auto limpiandose la frente.

—Todo bien.—suspiré y gire a ver a la señorita, me puse en cuclillas—¿Estás bien? Lo siento…—sonríe leve.

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