Capítulo XXI: Redención

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 |En los principios del universo |

Alexander

- Muy bien Alexander, quiero que te concentres.

- Estoy concentrado Rosmar.- choque mis puños.- Solo dime qué debo hacer.

- Pues bien.- recogió una piedra del suelo.- Hazla trizas.

- Oye, pensé que me dirías que golpeara el árbol.- le reclamé.

- Si estás concentrado podrás hacerlo... ¡Venga!- me animó y me lanzó la piedra. Mis reflejos hicieron que la atrapará con una mano.

- Te demostraré que si puedo.- apreté mi puño en dónde tenía la piedra.

- Esperaré.- una cálida sonrisa se dibujó en su rostro al momento de cruzar sus brazos.

- ¡Si puedo!- apreté con todas mis fuerzas pero no pude hacer nada.

- Hermano mío, debes de controlar tu ira.- puso su mano sobre mi hombro, sus cálidas palabras solo me dieron más cólera.

- No me lo repitas.- quite con brusquedad su mano y me fui corriendo hacia el bosque.

- Ey, Alex, ¡vuelve!- corrió tras de mí.

- ¡No me sigas!- le lancé la piedra que aún tenía en mano.

Corrí por unos minutos, luego me di cuenta que me había dejado de seguir. Tenía demasiada ira e impotencia dentro de mí. Nunca he podido demostrar que soy mejor que Rosmar.

- ¡Ah, maldición!- golpe el suelo lleno de furia.- ¡Algún día!- di otro golpe.- Te voy a superar...- hice un gran cráter con mi golpe.- Que demonios...- murmuré lleno de sorpresa. Acaba de superar a mi hermano, pero antes de ir a humillar lo, debo de comprobarlo. Me dirigí hacia un gran árbol, era el más viejo de todos, su tronco era robusto y ancho, por lo menos tendría unos cinco cuarenta metros de altura. Era el árbol más grande de todo el planeta.- ¡Ya!- lancé mi golpe al tronco. Sentí como mis huesos se rompían, la sangre empezó a escurrirse entre mis dedos.- ¡CENTELLAS!- pegue un grito de dolor al cielo.

Me recosté sobre el tronco, me vende con algunas hojas. Me quedé dormido. Desperté al anochecer. El recorrido hacia la ciudad se me hizo muy largo. Al llegar encontré a Rosmar, muy diferente.

- ¿Nuevo corte?- pregunté con ironía.

- No, solo estoy ocultando esto.- se levantó el mechón de pelo que tapa su frente.- Gracias hermano, me has dado una marca.- me miró algo molesto.

- ¿Yo te hice eso? ¿Cómo?

- La piedra que lanzaste.- entre cerró los ojos.

- Oh, lo siento, pensé que había fallado, pero ya se te borrará.

- Eso espero...- sonrió y me dio una palmada en el hombro.- Vayamos a cenar, nuestra madre debe de estar preocupada.

~Algunos años después~

- ¿Rosmar?- dudo al momento de hacer la pregunta. Se me acercó y llevo su mano a mi mejilla.- Eres tú...- una gotas cayeron de sus ojos. Me quedé sin palabras al sentir su abrazo.- Pensé que Lucifer te había matado.

Centellas, como le digo a esta señorita que no soy Rosmar, no quería romperle el corazón. Piensa rápido Alex, piensa rápido.

- Su nombre es Aurelia, es la hermana de Lucifer.- su voz hizo que mis pupilas se dilataran. Me estremecí al ver a mi hermano...Rosmar.- Ahora, déjame esto a mí.- tomo mi mano.

- Aurelia...- correspondió el abrazo.- Lucifer me ganó porque estaba lastimado, y fue entonces dónde se me ocurrió la excelente idea de fingir mi muerte, así el no sospecharía.

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