Capítulo XIX: Héroes del Mañana

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Alexander

- Tsk... Afrodita...no te atrevas a tocarla...- intenté mirarla, pero todo estaba nublado. El ataque de Apolo me cegó por completo, demonios.

- Ahora tú sigues jovencita... tendrás una bella muerte en manos de mi... Afrodita... ¡Rosa Vampira!

- No, ¡Detente Afrodita!.- sentí un poder despertar dentro de mí.- Te dije que no la tocaras...- sangre empezó a salir de la palma de mi mano. Había detenido la rosa.- No puedo creer que algo tan bello pueda ser usado como arma...- la hice cenizas en mi mano.

- Imposible...¡en qué momento se movió!, Debería tener todos los huesos rotos.- afirmó Asclepio.

- Que patético, aunque hayas detenido la rosa, igual morirás, está estaba envenenada por Apocalips.- se echó a reír. Hasta que se callo por mi risa.

- ¡Insensata! ¡ Mi sangre siempre estuvo envenenada! Ahora no dudaré en acabar con cada uno de ustedes, prepárense.- me puse en posición de batalla.

- ¡No nos subestimes! ¡Ni siquiera puedes vernos!- río burlonamente.- Será pan comido.- ¡Llamarada Solar!.- puede sentir que el ataque de Apolo era temible.

- Patético...- murmuré y bajé mis manos.

- ¡Qué demonios! Mi ataque no hizo efecto...¿Cómo es posible?

- No seas estúpido, Apolo...- le reprochó Osiris.- Está usando su aura para crear una barrera invisible, después de todo sabe que si esquiva el ataque su amiga podría salir dañada.

- Maldito...- susurré, ya que se había dado cuenta de mi barrera.- Ahmeliha, toma a Mathias y sal de aquí, ¡Ahora! - aumente mi energía.

- ¡Será inútil! Acabaré con contigo y luego con ella...es momento de juzgar tus actos...¡Balanza Celestial!

- Vaya, la mítica balanza de Maat...no pensé en que la veríamos aquí...acaba ya con él.

- ¡Silencio! No te metas en esto Asclepio...me encargaré de que su juicio sea justo, después de todo ha logrado sobrevivir a todos nosotros...es un verdadero guerrero...¡Ahora prepárate para morir!

- No podrás atravesar mi barrera de energía...- sonreí confiado.

- No necesito atravesarla...- sentenció. Un silbido armónico empezó a salir de sus labios, la melodía era relajante, poco a poco adormecía mi cuerpo.

- Vaya...el silbido de la muerte, el chico tendrá el privilegio de morir con tan bella melodía, pero no más bellas que mis rosas.

- Ahora estás bajos mi control, escucharás el silbido eternamente hasta que mueras, mientras tanto recordarás todo lo malo que has hecho...- su voz era pacífica, era diferente a los demás.- Ahora veremos si entras al paraíso o te vas al infierno...todo dependerá de tu corazón...y está pluma.

- No puede ser...ya lo entiendo...Maat era la que se encargaba de juzgar a los muertos, si su corazón pesa más que la pluma iban al infierno...¡Alexander, no debes de rendirte, no escuches ese silbido!

- Es inútil, mi melodía ya se impregnó en su cerebro, además no le hubiese servido de nada haberse tapado los odios, mi silbido va directo a sus pensamientos.

- No, no puede ser...¡Alexander!- gritó llena de angustia y empezó a sacudirme.

- No te preocupes, la siguiente serás tú ...ahora corazón de Alexander, abandona su cuerpo y ven ante mi.

En ese momento sentí un pinchazo en mi pecho, mi corazón quería salir de mi cuerpo. Escupí sangre y caí de rodillas. El sonido infernal no salía de mi mente. ¿Acaso este será mi fin?

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