CAPÍTULO 2

13.6K 1K 358
                                    

Llego a la cocina y tomo una manzana del mostrador, la señora Thompson ya está puesta en sus labores y se pasea de un lado a otro para prepararle el desayuno a Diablo, siempre ha hecho para él desayunos bien elaborados, súper abundantes, yo en cambio, con una buena taza de café soy feliz.

—Buenos días preciosa—me saluda dándome un cariñoso beso en la mejilla y yo feliz sonrío, ella es lo más cercano a una madre y abuela que tengo. Ha estado a mi lado desde que tengo uso de la conciencia y para mí es parte de mi familia. Sería capaz de dar mi vida o matar por ella.

— ¿Diablo ya está despierto? —pregunto dándole un mordisco a mi fruta.

—Ya sabes que si preciosa, desde las 5:00 de la mañana anda dando vueltas por aquí, dice que no durmió bien—responde mientras coloca los platos sobre la mesa.

Por mi mente modelan recuerdos de la noche anterior, reflejando claramente esos ojos verdosos de él observándome en ropa interior. Siento como el calor sube hasta mis mejillas y bajo la mirada para que la señora Thompson no note nada.

—Buenos días—saluda Diablo entrando, hermoso, resplandeciente, sereno, cautivador, todo él.

—Buenos días— respondemos la señora Thompson y yo al unísono.

Diablo se sienta a mi lado y sus ojos me inspeccionan asegurándose de que estoy bien, lo sé, porque lo hace cada día.

— ¿Cómo te sientes? — me susurra inclinándose un poco hacia mí.

No tardo en sentir su olor fresco, a gel de baño, puedo sentir perfectamente su frescor.

—Bien.

Me quedo hipnotizada por su belleza, no puedo dejar de mirar sus ojos, su pelo suave y rizado, los tatuajes que se salen por los extremos de las mangas de su traje, la forma en que respira y mueve sus ojos mirando su desayuno recién servido.

—Su tía ha llamado, Ángel, me ha pedido que le dejara saber que en dos horas estará, aquí— dice Thompson, me mira por unos segundos, su mirada es alentadora, como queriéndome dar fuerzas para lo que está a punto de decir— y viene con su hija, tu prima Anastasia.

Y toda la tranquilidad que tenía hasta ahora se disuelve en un solo segundo. Pensamientos violentos me vienen a la mente, y una vez más, como de costumbre paso mis manos por mi cabello, revolviéndolo, masajeándome con mis dedos, creyendo que eso puede hacerme sentir mejor. Mi paciencia, ya hoy a quedado en el olvido, y eso que aún ni siquiera es mediodía.

Mi tía Isabel es la hermana malvada de mi madre, y su hija Anastasia ha adquirido sus asquerosos genes, las dos son unas cazas fortunas, solo me visitan curiosas por lo que puedo ofrecerles. Cuando mi padre murió se enfurecieron mucho porque él no les dejó nada en herencia. Todo quedó a mi nombre, ellas por supuesto, no saben sobre el negocio familiar, piensan que mi padre era solo un grandioso empresario – lo cual también lo era, pero detrás de esa fachada había mucho más -.

El año pasado, por el cumpleaños número veintidós de Anastasia, le regalé un apartamento en Nueva York, una beca para la estúpida Academia de baile en la que tanto quería ingresar y además, una cantidad considerable para su ya, respetuosa cuenta en el banco. Pero, como de costumbre, nunca nada le parece bien, todo para ella es poco merecido.

Yo no tengo compromiso ninguno con ellas, si, son de mi familia, pero a lo largo de los años solo han demostrado interés por nuestro dinero, por lo tanto, yo no muestro preocupación por ellas, pero, a veces la imagen de mi madre aparece en mi mente y tengo esa clase de actos de caridad con ellas.

Pero ahí no acaba el asunto, otra de las muchas razones por las que detesto a Anastasia, es porque vive y muere detrás de Diablo, cada vez que viene corre detrás de él, haciéndole sombra. La última ocasión que se le acercó, vi como lo agarraba del brazo y me dieron ganas de apuntarle a la cabeza con mi pistola.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora