CAPÍTULO 42

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Tengo ambas manos convertidas en fuertes puños cerrados, las guardo en los bolsillos de mi gabardina y siento como mis piernas que intentan permanecer firmes, tiemblan y se debilitan. Estoy parada, esperando delante de mi restaurante The Palace, justo como quedé con Alexander. Aún no veo alguna camioneta negra que venga a por mí, y con cada segundo que pasa me pongo más nerviosa.

No existe ni una jodida posibilidad de que esto termine bien. Estoy dando mi brazo a torcer por un chantaje de mi contrincante, pero él tiene a Diablo, así que si es necesario daré mi brazo a torcer cuantas veces hagan falta. Él no puede matar a Harry, a mi guardaespaldas quien único lo puede matar soy yo misma.

Aunque claro, estoy adaptada a buscar soluciones hasta en las situaciones más difíciles, así que antes de venir aquí hice algo que espero me salga bien.

Modifiqué una alarma en casa, para que se active en media hora, tiempo justo para que yo me encuentre ya con Alexander. Y una vez la alarma comience a sonar, Álvaro, Clark y todos en casa, sabrán donde encontrarme, ya que me he tragado un pequeño chip que les servirá para rastrearme. Lo he conectado con el celular de Clark, así que solo me queda rezarle a Dios para que este plan mío de último minuto no me falle.

Una camioneta enorme y negra se aparca justo frente a mí, instintivamente llevo mis manos hasta mi vientre y le aseguro a mi bebé, en mi mente, que todo estará bien.

Las puertas del vehículo se abren y sin demorarme un segundo más me adentro. Pero apenas me siento dos hombres me caen encima y me amordazan, cubren mi boca y atan mis manos en mi espalda mientras también inspeccionan mis ropas para cerciorarse de que no lleve algo conmigo, justo por esta razón opté por tragarme el dispositivo de rastreo.

A continuación me vendan los ojos con un pedazo de tela negra y lo único que puedo utilizar para tratar de descubrir por donde vamos, son mis oídos.

Por unos minutos solo escucho el típico ruido de las calles, autos, sirenas de coches policías, y el paso de demás coches, pero poco a poco cada ruido va desapareciendo hasta que solo escucho el pasar de las gomas por encima de un camino de tierra. No escucho aves pero si el mover de hojas lo que señala que podemos estar rodeados de árboles. Siento el sonido de agua caer a mi derecha y estoy segura de que es una cascada.

El auto se detiene y alguien me sostiene fuertemente por los brazos ayudándome a caminar.

Hay cambios de luces, y ahora todo está más tranquilo, ya dejé de caminar sobre tierra y ahora estoy parada sobre pavimento.

Me sacan la venda de los ojos y no tardo en encontrar a Harry, está sentado en una silla bajo una lámpara que cuelga del techo, su cara está sangrienta y puedo ver en su mirada el asombro de verme aquí, sus manos siguen atadas y antes de darme cuenta ya estoy intentando correr hacia él.

Pero alguien detrás de mí me agarra por el cabello y me hace caer de espaldas al suelo, veo como Diablo hace el intento de pararse y con silla y todo corre hacia mí pero un hombre aparece a su lado y le proporciona un puñetazo haciéndolo caer de lado.

Ambos estamos tirados y nos observamos con ojos llenos de lágrimas. Deseando poder ayudarnos mutuamente.

—Ay pero que escena tan bonita...el Ángel y el Diablo queriéndose tocar— la inconfundible voz de Alexander se escucha a mis espaldas y de pronto, unas manos brutales me toman por los brazos y me hacen ponerme de pie.

Fulmino con la mirada a Alexander pero vuelvo a mirar hacia Harry cuando veo que a él también lo incorporan dejándolo sentado en la silla.

— ¿Cómo va ese bebé? —intenta acercarse a mí para tocar mi vientre pero le lanzo un cabezazo directo a la nariz y retrocede unos pasos hacia atrás.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora