CAPÍTULO 8

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Han pasado dos semanas, tuve que posponer la inauguración del restaurante debido a mi balazo en la pierna, pero mientras he estado investigando un poco sobre Alexander y ya he conseguido la dirección donde reside.

Tengo la cabeza hecha un lío, para nada me esperaba este problema. Es algo a lo que sin duda tengo que enfrentarme, mi padre siempre me decía que si en algún momento ocurría un enfrentamiento por el poder, no debía vacilar, el contrincante debe ser eliminado.

Pero...ni siquiera sé cómo es físicamente, sin embargo, él sí sabe quién soy yo, por esa parte me saca ventaja, a los enemigos es mejor tenerlos cerca y no lejos. Esta mañana envié a dos de mis hombres para que trataran de fotografiar la cara del desgraciado, ya ha anochecido y no han regresado, estoy segura de que los mataron.

Joder, han muerto por una orden mía.

Golpeo todo lo que hay en mi escritorio y las cosas caen al suelo bruscamente.

Tengo mucha rabia conmigo misma, no debí enviarlos allí, y estoy infinitamente irritada con el Alexander, ¿cómo se atreve a desafiarme?

— ¿Todo bien?— pregunta Harry apareciendo por la puerta de mi despacho. Debió haber escuchado el estruendo que ocasioné.

Sus ojos estudian todo el desorden y pasa adentro acercándose a mí.

—Tenemos que hacer algo ya, necesito identificar a ese maldito. ¿Qué tal que me lo topo y ni siquiera sé que es él? Tengo que saber cómo luce— camino de un lado a otro tratando de idear un plan.

No me atrevo a volver a mandar a otros hombres, solo sería más peso para mi conciencia. Como dice el dicho, si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo.

—Ángel debemos tener paciencia, ya se nos ocurrirá algo—habla.

—Tarde...ya se me ha ocurrido algo. Esta noche, tú y yo iremos a escondidas hasta dónde está ese hombre, intentaremos captar algunas imágenes y regresaremos sanos y salvos. Fin, pongámonos en marcha—digo rápidamente, intento salir caminando pero Harry implanta su mano en mi estómago y me impide continuar.

—Ni lo sueñes, aún estás cojeando por tu herida en la pierna, necesitas recuperarte del todo. No pienso arriesgarme a que nos pillen y tú ni siquiera puedas correr, además, ni loco te expongo ante una situación así. Pensemos en algo más.

—Diablo mi pierna está bien, además, nadie dice que nos pillarán, todo va a salir bien, tomaremos un par de fotos y regresaremos antes de dos horas, iremos en coche y lo dejaremos un poco alejado del lugar.

—He dicho que no y punto—su mirada es fría y regía. Me observa por unos segundos asegurándose que no seguiré insistiendo y sale dando un fuerte portazo.

Muy bien cariño, como quieras, si no me acompañas pues tendré que ir yo sola. Total, la jefa aquí soy yo. ¿Quién se ha creído que es para decirme lo que debo o no hacer?

Mi padre siempre me enseñó a defenderme, no solo soy la jefa que se sienta inmaculada en su sillón y observa desde arriba como los demás cumplen con sus órdenes, también soy la jefa que toma el asunto por sus propias manos y si tengo que golpear, atacar, ensuciar mis propias manos y lo que sea que haga falta, lo haré.

*** 

Ya es más de media noche, todos en la casa parecen estar durmiendo. Me he preparado para mi plan, tengo una mochila equipada con todo lo que pueda necesitar, una cámara fotográfica, mi móvil y un arma, espero no tener que utilizar esta última.

Camino de puntillas por toda la casa, estratégicamente despejé las cámaras de seguridad en la zona de la cocina para poder salir.

Tomo las llaves que están encima de la barra y corro silenciosamente hacia la camioneta de Harry, pero antes, me aseguro de quitar la chapa con la matrícula.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora