CAPÍTULO 45

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— ¡ERES EXASPERANTE! —le grito a Diablo mientras lo veo conducir.

—Y tú eres una malcriada que se cree que tiene derecho a hacer lo que le dé la gana, pero te diré algo nena, eso jamás será así mientras yo respire—está verdaderamente molesto pero no me importa porque yo también lo estoy.

Decido terminar con nuestros gritos porque nada bueno saldrá de todo esto, y ahora mismo necesito concentrarme y no dejar llevarme por esta tonta discusión que estamos teniendo.

Esta mañana bien temprano intenté escapar de casa con algunos de mis hombres para ir hacia el puerto donde me imagino que Alexander debe estar recibiendo su mercancía, y como ahora a mi guardaespaldas le ha dado por ser una persona de bien, prefiero hacer esta clase de cosas yo sola, porque siempre que él me acompaña se apodera de toda la diversión y yo solo quedo como expectante. Pero, para mi mayor desgracia, Diablo me pilló caminando a hurtadillas con Álvaro y tres hombres más de seguridad.

El pobre Álvaro se llevó un buen puñetazo por la mandíbula de parte de Harry, los demás hombres también se llevaron de regalo unos buenos gritos y empujones, y yo...pues miradas asesinas y gritos, además, que no pude salirme con la mía.

Estamos camino al puerto, Álvaro está sentado en los asientos traseros del coche con una bolsa de hielo para que le baje la inflamación por el golpe, Harry conduce muy concentrado en la carretera, probablemente pensando en las mil y una formas de matar a Alexander...o a mí. :-)

Llegamos y preferimos guardar un poco de distancia para asegurarnos bien, debemos inspeccionar el lugar para que no nos vayan a meter un tiro por la cabeza apenas pongamos un pie fuera del auto.

Tomo mi pistola y me aseguro que esté cargada, siento una respiración pesada y me volteo encontrándome con la mirada furiosa de Harry.

— ¿No estarás pensando en usarla o sí? —me pregunta con su mandíbula bien tensada.

—Claro que no—respondo con sarcasmo—solo la he traído para dársela a Alexander en cuanto lo vea. Estoy segura de que él sabrá darle un buen uso.

Guardo mi arma y pongo los ojos en blanco. Estoy cansada de su sobreprotección.

—Álvaro, sale y asegúrate de que la zona esté despejada—ordena Harry.

Apenas Álvaro se baja del coche me hundo en mi lugar, ojalá pudiera desaparecer. Ya mejor me voy poniendo cómoda y preparándome psicológicamente para el discurso que Diablo me dará.

—No me gusta en lo que te estás convirtiendo—empieza.

Sin poder contenerme se me escapa una pequeña risa, enseguida tapo mi boca y muerdo el interior de mis mejillas para controlarme.

Harry me observa con el ceño fruncido.

—Perdona, es que sabía que me empezarías a regañar—me disculpo y mi voz se escucha contenida por las carcajadas de risa que estoy tratando de hacer desaparecer.

—Yo no te estoy regañando, yo no soy tu padre. Solo te digo la verdad, no me gusta la persona en la que te estás convirtiendo. Esta no es la Amanda que conozco desde que somos niños. Entiendo tu odio, y sé que has pasado por muchas cosas que te han afectado y que pueden influir en tu actitud, pero debes ser mejor que todo eso. No puedes dejar que las cosas malas que han ocurrido en tu vida, te dominen.

Lo miro fijamente y todo rastro de humor que antes había, se ha esfumado y ha sido remplazado por la ira. Odio escucharlo hablar como si la desgracia solo me hubiese afectado a mí, joder, ese bebé no solo era mío, también él tuvo una pérdida. ¿Cómo es posible que me hable como si a él no le hubiese ocurrido nada?

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora