CAPÍTULO 4

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— ¿Conmigo? ¿A entrenar? ¿Te refieres a pelear?—pregunta Anastasia escandalizada con los ojos demasiados abiertos.

—Sí, ¿no me digas que te doy miedo?—la tiento.

—N-No, no me das miedo, es solo que...pues...que, me sacas ventaja, sé perfectamente que entrenas a diario—tartamudea y traga saliva.

—No creas que soy tan buena peleando, Diablo te lo puede confirmar–miro sonriendo a mi guardaespaldas que me mira con ojos como platos — ¿no es así?—pregunto tratando de contener mi risa.

—Será mejor que vaya buscando hielo y algunas gasas—dice Diablo pasando por nuestro lado.

En pocos minutos ya estoy cambiada y caliento mis músculos mientras espero en el gimnasio a que aparezca doña princesita zorra que se mete en los cuartos de los chicos que ya tienen dueña.

Diablo aparece y trae en sus manos un pequeño equipo de primeros auxilios.

— ¿Se puede saber qué estás haciendo?— me pregunta acercándose...El señor guardaespaldas está furioso.

—Nada, simplemente pretendo entrenar—respondo y me encojo de hombros haciéndome la inocente.

—Sabes muy bien que haces esto porque no soportas a Anastasia y quieres desquitarte con ella.

— ¿Y según tú qué crees que sea lo que quiero desquitarme?—le pregunto acercando mi rostro al suyo pudiendo sentir su respiración pausada.

En ese momento Anastasia entra en el lugar y veo que también se ha puesto cómoda para nuestro ''entrenamiento''.

—Muy bien, comencemos con esto de una vez—dice colocando sus manos sobre sus caderas.

—Tienes razón—digo al tiempo que camino deprisa hacia ella.

No pienso desaprovechar ni un solo segundo, por lo que ni siquiera me pongo en posición y le pego un puñetazo directo a la cara apenas me le acerco lo suficiente.

La pobre Anastasia cae sentada al suelo y creo que se va a echar a llorar. Sé que la sorprendí, probablemente pensó que hablaría con ella o le explicaría como haríamos esto, en lugar de eso fui directo al pollo del arroz con pollo.

Escucho como Diablo ahoga un grito y sé que él también está sorprendido.

Anastasia chilla furiosa y se levanta de un solo impulso para atacarme, pero en una pelea, nunca debes dar marcha atrás, así que sigo dando pasos hacia adelante y dándole puñetazos por el abdomen y por la cara, ella totalmente aturdida solo camina hacia atrás y me da poder.

La acorralo en una esquina y sigo una secuencia...derecha, izquierda, derecha, izquierda. De tantos golpes en el estómago ya la he dejado sin aire y por último me aseguro de lanzarle un buen gancho hacia su barbilla.

Veo como su boca escupe sangre y Diablo corre tomándome por la cintura y alejándome de ella.

— ¡Y NO! NO PUEDES IR A SU HABITACIÓN—grito totalmente fuera de control.

Mis pies no tocan el suelo hasta que estamos fuera del gimnasio. Diablo me deja ponerme de pie y fatigada lo miro enfurecida.

— ¿POR QUÉ NO ME DEJASTE SEGUIR?—le grito en la cara.

— ¡PORQUE LA IBAS A MATAR!—me grita de vuelta.

Río burlonamente.

— ¿Y tanto te preocupa ella?— pregunto cruzándome de brazos.

Me mira por unos segundos, la rabia en su mirada parece desvanecerse y siento que yo también me apaciguo a medida que me pierdo mirándolo.

—No Ángel, ella no me preocupa...la única que tiene toda mi atención eres tú—dice en un tono de voz que no puedo descifrar.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora