CAPÍTULO 33

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Maratón: 3/3


Después de dos horas al fin ya todos nos hemos puesto de acuerdo. Me he encargado de conseguir los planos de la casa donde se encuentra Marcelo y he distribuido muy bien a mis hombres y a los de Clark para que sepan cómo deben actuar. Ya todo está listo. El plan de entrada, qué deberán hacer una vez dentro, cuando lleguen hasta Marcelo y el plan de salida. Incluso hay un plan B por si algo sale mal. Tenemos armas suficientes, automóviles que ya los estarán esperando en el aeropuerto de Rusia y algunos socios de por allá que están dispuestos a ayudarme.

El caso es que mi plan es tan perfecto que las posibilidades de que algo salga mal son tan escazas que hasta yo misma me asombro por todos los detalles en los que he pensado.

Clark y su personal ya se han retirado, pues el vuelo sale en unas tres horas y necesitaban prepararse. Yo sigo en la oficina y recojo todos los papeles que quedaron desordenados sobre el escritorio.

Escucho la puerta cerrarse de golpe y alzo la vista para encontrarme con Harry, que me mira de una forma traviesa mientras le pasa el seguro a la puerta.

–Mirada penetrante, el seguro de la puerta, tienes un arma en tu pantalón...y estamos solos. ¿No me digas que después de tanto tiempo haz decido que quieres matarme?—hablo burlonamente.

—Esta arma—saca su pistola de sus pantalones y la deja sobre la mesa—no es para usarla contigo, tengo otra clase de pistola para ti.

Río a carcajadas sin poder evitarlo y en solo dos pasos ya lo tengo pegado a mi cuerpo.

—Hola—susurra contra mi boca.

—Hola.

—Me ha sorprendido, señorita Ángel. El ejército de los Estados Unidos no tiene nada que hacer en contra de usted. Lo que tiene en su cabeza es brillante—habla refiriéndose al plan que expuse.

—Sí, lo sé. Deberías tenerlo en cuenta cuando me hagas enojar, puedo usar este cerebro tan brillante en tu contra—digo al mismo tiempo que lo tomo por la camisa pegándolo por completo a mi cuerpo.

—Se olvida usted...que esto de aquí—dice señalando mi cabeza—y esto de aquí—ahora señala la suya—son uno solo. Al igual que estos dos—señala mi corazón y el suyo.

Sonrío y sin oportunidad de decir nada más su boca se conecta con la mía en un beso hambriento.

Agarra mis caderas sentándome sobre el escritorio. Sus manos toman mi falda de tubo subiéndomela hasta la cintura y quitando mis bragas en menos de dos segundos.

Pasa su dedo índice por mi sexo y doy un respingo por su suave toque.

—Ya estás húmeda—dice besando mi cuello.

Tomo sus pantalones liberando su erección.

Ahora sus dedos se encuentran con los botones de mi camisa, desabrochándolos uno por uno con lentitud, mientras mi interior arde y pide a gritos que se apresure.

—Harry—jadeo.

Lo necesito.

— ¡Shhhh!...no seas impaciente—dice tomando mi sujetador y quitándolo. Dejando mis pechos libres.

Su boca baja tomando uno de mis senos y siento el pezón endurecerse cuando su suave lengua pasa por él. Su otra mano sigue en mi intimidad, moviendo sus dedos en círculos y haciendo que mis jadeos aumenten de intensidad.

—Por favor—vuelvo a suplicar y entonces me complace.

Su boca vuelve a la mía y veo como se prepara para penetrarme. Abro más mis piernas y llego al cielo mismo cuando siento como la punta de su pene ya se encuentra en mi entrada. Clavándose en mí lentamente.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora