CAPÍTULO 27

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Oh no... ¿qué he dicho?

Tapo mi rostro con mis dos manos y lloro como una niña que ha hecho algo muy malo y se arrepiente.

Todo en mi mente es un torbellino, me juré que haría libre de mí a Harry, pero no quiero, soy egoísta, lo necesito a mi lado, me moriría si lo viera marcharse. Pero por otra parte, pienso que si lo amo debo ser fuerte para dejarlo a su libre albedrío, que decida si quiere quedarse o no.

—Señorita Ángel, no diga locuras por favor—habla con dulzura la señora Thompson, quien se ha posicionado frente a mí y sostiene mis manos para que las aparte de mi rostro.

Mis ojos buscan a Harry y veo que se ha impactado, no hace ningún movimiento y siento la fuerte necesidad de correr, abrazarlo y rogarle que me perdone.

¿Qué me perdone? ¿Rogarle yo a él? ¡Pero que estupideces pasan por mi cabeza!

Fue él quien hace unos días me hizo sentir como una verdadera basura, como si yo no tuviese sentimientos. Me dejó bien claro que jamás estaría con alguien como yo, y me lo hizo saber con palabras que no exactamente fueron las más dulces.

Estoy hecha un lío, ni siquiera yo comprendo las ráfagas de pensamientos que pasan por mi cerebro. Momentos de los que pasé durante mi secuestro se intercalan y quiero estampar mi cabeza contra la pared para dejar de pensar tan deprisa.

Una vez más miro a Harry, y me rompo. Su expresión dolida me destruye, me hace querer golpearme a mí misma.

Me alejo bruscamente de la señora Thompson, quien se sobresalta por mi repentina reacción.

Gritando de rabia tiro al suelo todos los objetos encima del centro mesa.

— ¡Ángel!—grita Clark.

Harry hace el movimiento de acercarse a mí pero el brazo del doctor se lo impide.

—Déjenla, lo necesita—escucho que dice el doctor.

Lloro desconsoladamente y a la vez destruyo todo a mi alcance.

— ¡NO ME VAS A TOCAR!—grito con dolor al recordar uno de los hombres que intentó violarme.

Tomo una botella de whisky que había sobre la repisa de la chimenea y la estallo contra la pared.

— ¡VOY A MATARLOS A CADA UNO!—sigo gritando y ahora es el turno de los cojines del sofá. Los hago volar en todas las direcciones.

Comienzo a caerle a patadas al sofá y termino por volcarlo, luego sigo con los demás muebles hasta que no queda ninguno por virar al revés.

Termino fatigada, casi sin poder respirar, con la cara caliente y siento como las lágrimas no se han detenido hasta llegar a mis labios y humedecerlos. Me quedo sentada en medio de todo el caos.

Clark, la señora Thompson, el doctor y Harry me observan sin hacer ningún movimiento.

Mi vista se fija en el suelo y poco a poco las palabras comienzan a salir de mi boca.

—Pusieron un pañuelo de alcohol en mi boca y nariz, poco a poco fui perdiendo el conocimiento—relato con la voz temblorosa, no sé de donde han salido estas ganas de contar lo que me ha sucedido, solo sé que no puedo detenerme—cuando desperté, estaba metida en un hoyo en la tierra, en medio del bosque, esa noche bajó el primer hombre, me golpeó y luego quiso tocarme, pero se lo impedí y terminé por matarlo, con una roca, lo golpeé en la cabeza hasta que sentí su cuerpo rígido—por el rabillo del ojo veo como Harry pretende acercarse pero una vez más el doctor le pide un poco de paciencia, con mi mirada perdida en algún punto, sigo hablando—después del primero vinieron tres hombres más creo...ya ni siquiera lo recuerdo bien, solo sé que todos venían con las mismas intenciones, golpearme, violarme y luego matarme...pero yo acabé con todos. Hasta que al fin pude utilizar una soga que se había quedado colgando y subí, tomé un coche y conduje hasta aquí. Por un momento pensé que no saldría viva de ahí, mis fuerzas ya estaban desapareciendo y creí que no podría seguir luchando, pero hubo algo que me dio fuerzas, que me hizo levantarme...—detengo mis palabras y ahora miro fijamente a Harry. Dándole a entender que él es mi mayor fuerza, mi motor impulsor, que aunque me haga daño, es lo más lindo que me ha pasado en la vida, y que inexplicablemente siento como existe un hilo indestructible que nos conecta.

— ¡Oh mi pequeña!—dice llorando la señora Thompson y se echa a correr hacia mí, arrodillándose a mi lado y abrazándome con fuerzas.

Por encima del hombro de la señora Thompson observo a la figura de Harry, está rígido, tiene sus dos manos a cada lado de su cuerpo, formadas en fuertes puños, sus fosas nasales están abiertas respirando con mucha presión y veo su mandíbula bien tensada, casi al punto de romperse.

***

Después que el doctor me recetara varias pastillas para dormir, y que me dijo lo bueno que era que me haya desahogado, por fin, se ha marchado. Clark y la señora Thompson están en el salón arreglando todo el desastre que causé, Harry se perdió de mi vista y ahora estoy sentada en un sillón que queda en el exterior de la casa, observando mi jardín floreado y con un tazón con leche y chocolate bien caliente.

Me siento mucho más calmada, creo que el doctor tenía razón, necesitaba liberar todo mi odio, todo eso que estaba conteniendo en mi interior, ahora que he gritado, golpeado y dicho todo lo que pasé, me siento como si me hubiese quitado un peso enorme de encima, como si hubiese dejado de contener la respiración.

—Hola—dice Harry apareciendo por sorpresa a mi lado y tomando asiento muy cerca de mí.

—Hola—susurro en respuesta.

Nerviosa miro hacia sus manos y noto que sus nudillos están rojos, como si hubiese estado golpeando algo.

— ¿Te sientes mejor?—pregunta.

Desconecto mi mirada de sus puños para fijarme en sus bellos ojos verdes.

—Mejor—afirmo.

Le dije que estaba despedido. No se lo dije de la mejor manera y tampoco es lo que quiero. Necesito hablarlo con él.

— ¿Puedo asumir que lo que dijiste sobre mi despido solo fue producto del impulso del momento?—pregunta algo tímido y una vez más, parece poder leer mis pensamientos.

—Si—respondo.

Suspira aliviado y veo como sus ojos dejan de endurecerse un poco.

—Pero si lo que quieres es estar lejos de mí, quiero que sepas que eres libre de hacerlo—le informo.

Me mira asombrado y con el ceño fruncido.

— ¿De qué hablas?—pregunta.

Muy bien Amanda, ahora o nunca.

—Desde que eras un niño tu padre te obligó a someterte a duros entrenamientos, todo para que fueses mi guardaespaldas e hicieras un buen trabajo, tu vida ha sido modificada a la mía, y sé que sigues a mi lado porque es a lo que siempre te enseñaron. Pero no quiero que estés conmigo por obligación, si trabajar para mí no te hace feliz, te hace sentir sometido, debes saber que puedes marcharte y hacer con tu vida lo que sea que desees—hago puro silencio después de mis palabras y lo observo detenidamente para estudiar con cuidado cada uno de sus gestos.

Harry parece congelado, como hipnotizado, me mira duramente pero lleva varios minutos sin moverse y estoy empezando a dudar de que esté consciente.

—Harry—susurro para llamar su atención.

Justo en ese momento despierta de su trance, se levanta lentamente y camina en dirección contraria a mí. Lo veo subirse a su coche y acelerar con urgencia.

¿Qué sucede con él? ¿Acaso pensaba que sería imposible que alguna vez le dijera algo así? ¿Tan amarrado a mí se sentía?

¿Esto significa que me ha tomado la palabra y se ha marchado? ¿Me ha abandonado?

Mi pecho comienza a doler con solo la idea de haberlo perdido, tan solo con pensar que nunca más volverá a mí.

Pero era necesario tener esa conversación con él, aunque me duela, él debía saber que no estaba obligado a permanecer a mi lado.

¿Estaba tan desesperado por escapar que se marchó sin sus cosas, sin despedirse? En caso de ser así, entonces debo ser terrible, en verdad ha de odiarme.

El vacío por su ausencia se hace mayor, un terrible dolor desgarra mis entrañas y una vez más quiero llorar.

Diablo...Harry, se ha marchado, me ha abandonado y ya no será más mi guardaespaldas.

El GuardaespaldasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora