capitulo 55

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Hola mis amores. Antes de empezar a leer, quiero pedirle disculpas por el giro inesperado que dio la historia, pero esta historia estaba planeada ser asi desde el principio. Con esto no me refiero a que acabará mal. En toda historia ficticia y real, se vive las tristeza y la felicidad.

Aclaro nuevamente, esta  historia va dedicada para aquellas mujeres que  han sufrido lo similar que Jennifer. Una chica dependiente y desconfiada, insegura y noble. Una chica que no es capaz de odiar, que crees toda mentira con tal de ser feliz. Jenny es muy manipulable y aunque lo duden, existen mujeres así.

Sé que hay hay mujeres que sufren maltrato fisico y verbal por parte de sus parejas.

Les dejo ese video,  por favor véanlo ya que se asimila a lo que narrará Andrew,  (escena triste).

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Andrew Jones

Toda mi vida entera me la he pasado buscando una sola... una sola maldita razón de porque no puedo ser feliz.

¿Qué hice mal? Solo me enamoré. Me enamoré de una chica hermosa, que pensé que era tan dulce como lo fue Natalia. Me dueles bastante, Jenny.

¡Maldita calle! Maldigo este día nublado, así igual que mi alma. Maldigo esta lluvia que reflejan mis lágrimas.
No puedo con este dolor. No puedo. La amo tanto.

Llego al primer bar que pude encontrar. Necesito desahogarme. Necesito desahogar todo este dolor. Tan solo veo reflejada la imagen de ella junto a él. La imagino haciendo el amor, al igual como lo hicimos. No, no, no, ¡joder!, no puedo pensar en eso. Olvidaré esto.

Camino hacia aquel bar, entro como si nada pasara y me siento cerca de la barra.

—Una botella de coñac —pido y el barman va en su búsqueda. Al regresar colocó la botella a mi frente y un vaso,  no perdí tiempo en servirme. No observé mucho, pero este bar es mexicano, y están poniendo  varias rancheras,  entre otras  canciones de dicho país.

Me tome uno, dos, tres y cuatro tragos, hasta que perdí la cuenta de los tanto que he tomado a su nombre. Para empeorar me ponen una canción de Alejandro Fernández, eso me hace recordar que a ella le gustaba ese artista.

Ya lo ves, te amé
Con cada rincón de mi ser
Te di lo mejor de mi vida
Mis sueños y mi fe

Y yo no sé olvidar como lo hiciste tú
Te has quedado clavada en mi pecho
como si fuera ayer
No sé cómo arrancar
tus besos de mi piel
Eres tú mi obsesión, mi tormento,
y nada puedo hacer
Yo daría hasta la vida
por verte otra vez

Mi corazón no aguanta más dolor. Me siento muerto en vida.

—Hola,  guapo. ¿Te acompaño? —escucho la  voz de una chica, la miro y no le presto  mucha atención,  a pesar de su belleza. Lo último que deseo es una mujer.

—Si quieres, me da igual —contesto malhumorado. No tengo mente para hacer lo mismo que Jennifer me hizo, no entiendo por que me engañó.

—Uy, que humor tienes, papasito. Igual aceptaré sentarme ya que insistes —murmura y la miro frunciendo el ceño. Vuelvo y tomo del trago haciendo una mueca al sentir que me quema al bajar por mi garganta—. Solo bromeaba..., ¡barman,  tráigame una margarita! —exclamó la chica.

El amigo de mi novio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora