capitulo 38

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—Andrew esto es... ¡Dios!, es hermoso.

Me quedo sin más palabras al ver un pequeño lago  con una cascada en el fondo. El agua brilla con la claridad de la luna, es pequeño, pero hermoso. Doy vuelta mirando los árboles y las palmeras que hay en la cima y mis ojos se nublan de alegría.

—Es hermoso —repito llevando mi mano hasta mi boca.

—Sabía  que te gustaría, pero ahora volveré a colocarte el vendaje. Tengo otra sorpresa.

Sonrío  y el coloca el vendaje sobre mis ojos.

—Quédate unos segundo ahí, no te muevas.

Hago  lo que me pide  y no puedo  dejar de sonreír con el corazón acelerado. La melodia de la cascada suena al caer en agua, el sonido de la naturaleza es fantástico. 

—Solo unos minutos —dijo y  escucho  como se mueve  de un lado a otro. Luego escucho una botella pero no sé lo que trama. Espero dos minutos más hasta que siento su mano en mi cabeza y retira el vendaje.

—Ya puedes mirar.

Me sorprendo al presenciar en el suelo una manta larga y encima de ella una botella de vino, más al lado hay una canasta y supongo que está llena de comida.

-—¡Oh cielos! No era necesario hacer todo esto. ¡Es tan hermoso! —lo abrazo y mis mejillas se posan en la suavidad de su pecho, respiro su perfume y cierro  mis ojos unos segundos sintiéndome feliz.

—Te lo mereces. Este regalo es del día de la amistad, ya que no pudiste celebrarlo ayer, quiero que lo disfrutes hoy; aunque sé que no es con William, pero quiero que sepas que aquí tienes un amigo en quien puedas confiar.

Lo miro a los ojos y quisiera llorar de emoción por ser tan bonito conmigo.

—Gracias, eres toda una ternura conmigo —murmuro y su sonrisa me contagia.

—Quiero que disfrutes este momento. Vamos a celebrarlo.

Me toma de la mano y nos sentamos encima de la manta; cruzo mis piernas y me sonrojo al mirarlo. La luna da  la claridad necesaria para observar todo sin perdernos detalles.

—Nunca  había visto esta laguna,  ¿donde estamos? —inquiero curiosa.

—Tardamos casi una hora para llegar, pero valió la pena, esta cascada pertenece a la playa villa Lucía, está un poco oculta,  y lo maravilloso es que su agua no es salada, es agua dulce, es increible porque su agua proviene de la playa y de un rio que esta a unos quince minutos de aquí.

Cada vez me doy cuenta que descubro cosas interesantes con Andrew, me siento tan feliz de poder visitar un lugar como este, pero siempre deseé que William me trajera a un lago como este.

—No tengo palabras para expresar lo sorprendida que me has dejado.

Miro hacía la cascada y suspiro con cierto dolor de recordar que William jamás tuvo la el tiempo de hacerme descubrir algo tan hermoso.

—No debes decir nada, tus ojos me lo dicen  todo. Ahora disfrutemos de este momento.

Toma la botella de vino pero me mira y la coloca en su puesto.

—No puedes tomar vino —dijo seriamente.

—¿Por qué no? —pregunto sin entender su reacción.

—¿Aún quieres tomar después de lo que te ocurrió ayer? No pienso arriesgarme a que este momento no lo disfrutes por embriagarte —aclara, y sé que  en parte tiene razón,  pero no es lo mismo tomar sola y amargada, que tomar acompañada y feliz.

El amigo de mi novio Donde viven las historias. Descúbrelo ahora