El primer pensamiento que tengo al recibir la luz del sol en mi rostro: demonios. Al llegar al baño y echarme un vistazo en el espejo, maldigo otra vez. Recuerdo haberme quedado dormida, después de mucho intentándolo, casi a las cinco de la mañana, y al parecer, no ha sido suficiente sueño como para evitar la aparición de unas ojeras terribles.
A penas y tengo energía para levantarme, pero lo hago, porque hay algo que debo hacer. En realidad, son muchas cosas, pero esa la he puesto al principio de mi lista. Así que, por mucho que me cueste, mi flojo trasero —el cual en realidad no había tenido tiempo para estar sobre mi sofá— debe levantarse para poder ponerme en marcha.
Luego de desayunar y asearme, voy a toda prisa a mi motocicleta. Me ha encantado, la verdad, es justo lo que necesitaba. Aunque, aún no he tenido la oportunidad para probar mi automóvil nuevo, sin embargo, sé que también va a gustarme. Sencillo: es un vehículo, que puedo conducir, gracias al cual no tendré que caminar, y va muy rápido.
* * *
Reviso mi reloj y espero, sentada, a que aparezca, porque sé que lo hará. Algo está ocurriendo con él y tengo que saberlo. Cuando veo una figura encapuchada entrando, no me inmuto, aunque cuando me doy cuenta de que han pasado casi tres minutos y aún sigue frente a la máquina expendedora sin comprar nada, me levanto de mi asiento.
Camino con lentitud, aunque ansiosa por saber, hacia él. No se ha dado cuenta de mi presencia hasta que hago más ruido al mascar mi chicle. Entonces, voltea la cabeza y me mira, con el ceño fruncido, antes de tomarme por el brazo y conducirnos a lo que creo que es el cuarto del conserje. Se quita la capucha morada sólo después de haber cerrado la puerta.
Me acorrala contra la pared, lo que hace que esté muy cerca de mí. Demasiado para mi gusto. Casi puedo sentir su respiración chocando contra la mía, y soy incapaz de alejarme en este momento.
—No entiendo por qué a nadie le gusta esta goma de mascar —hablo con naturalidad, refiriéndome al dulce rosado que tengo en la boca. Hago una burbuja antes de volver a hablar—: sabe a moras y está llena de sorpresas.
Ya que transcurren varios segundos y no ha dicho nada, hablo, otra vez.
—¿Vas a decirme qué hacía Fury en tu apartamento? —cuestiono, ávida de encontrar una explicación—. Porque parece muy sospechoso que, de todos los lugares del mundo, haya escogido la residencia del fósil más popular en Washington.
—¿Dónde está? —pregunta, con la voz dura, casi entre dientes.
—A salvo —le contesto. Si quiere jugar a quién da menos información, yo también puedo hacerlo—. ¿De dónde lo sacaste? —pregunto.
Anoche, cuando Rogers se había ido ya, tuve que regresar al hospital a por uno de mis aretes, y durante mi búsqueda me encontré con algo muy interesante. Se trataba de un tipo de memoria USB que estaba dentro de la máquina expendedora, detrás de varios paquetes de goma de mascar. (Por cierto, tuve que gastarme cinco dólares para conseguirlos, por lo que mis bolsillos estaban llenos de aquel chicle.) Además de que por sí sola ya era extraña por estar en un lugar como ese, tenía el logotipo de S.H.I.E.L.D. en ella, así que lo menos que podía hacer era llevármela.
Una vez en casa, me puse a reflexionar, ya que no podía dormir, y supuse que Rogers estaba involucrado en esto. No podía ser coincidencia que, el mismo día que llevan al director de S.H.I.E.L.D., hubiera una memoria escondida a simple vista. Eso, y que el Capitán se negaba a darme siquiera una pequeña pista de lo que había sucedido en su apartamento. He decidido que quiero algo de información. Mi curiosidad me lo exige.
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Being There For You | Capitán América
Fanfiction«Nunca digas que amas a alguien si nunca has visto su ira, sus malos hábitos, sus creencias absurdas y sus contradicciones. Todos pueden amar una puesta del sol y la alegría, sólo algunos son capaces de amar el caos y la decadencia.» -Mario Vargas L...