Mi regreso no había estado tan mal, aunque no es como si de alguna manera fuese capaz de hacer como si esos siete meses no hubiesen sucedido jamás. Porque está claro que ese tiempo dejó una marca permanente en mí, no tendría sentido negarlo. He pasado por cosas inimaginables; los malos tratos, peleas y los trabajos se habían convertido en algo cotidiano para mí en ese entonces. Yo nunca creí poder acostumbrarme a ser tratada como una máquina, en lugar de un ser humano, mas tuve que hacerlo si alguna vez querría escapar de ese sitio. Con el tiempo había aprendido a reservar mi ira y dolor para mí misma; intentar que nadie supiera lo que estaba sintiendo. Al final dio resultado, porque, de no haberlo hecho, no estaría segura de si podría volver a Nueva York alguna vez.
Las pesadillas, según mi hermana, son algo común, y que le sorprendería si no fuera así. Suelo despertarme en las madrugadas, llena de pánico, revisando la habitación para asegurarme que no estoy todavía encerrada en esa cueva. Una vez que reconozco que es el cuarto de la torre, sólo es cuestión de relajarme lo suficiente para dormirme de nuevo. Vivir en la torre Vengadores ha sido un gran cambio, del cual estoy agradecida, pues no soy capaz de irme al apartamento que Fury me había asignado hace casi dos años. He tenido que acostumbrarme al gran espacio y a que Tony tenga todos los lujos que me había imaginado —y más—, pero está bien.
Podría decirse que he conseguido algo de calma y estabilidad. De vez en cuando, Natasha me ataca con sus palabras y miradas; Tony no se detiene diciendo que casi me congelo como Rogers y que es como si fuéramos almas gemelas; Clint disfruta patearme el trasero durante los entrenamientos y mi hermana adora mucho tenerme cerca otra vez. No me esperaba otra cosa si iba a vivir con los Vengadores.
—Cumpleaños feliz, te deseamos a ti...
Abro los ojos, despertándome gracias a una melodía. Me friego el rostro y me incorporo, para luego encontrarme con la enorme sonrisa de María, cuyos ojos brillan al verme y continúa cantando suavemente. Yo no dejo de mirarla, sonriendo como ella, mientras el sueño se desvanece por completo.
—... ¡Que los cumplas feliz!
Tan pronto como la canción termina, sus brazos me envuelven con amor, estamos tan distraídas que no nos damos cuenta de que María casi se cae, hasta que oigo el sonido que provoca al tocar el suelo. Ella me observa desde el suelo, pero yo no puedo contenerme y dejo salir unas carcajadas, a lo que me responde uniéndose a mis risas. Me echo a un lado para que ella se tumbe conmigo, aún sin borrar nuestras sonrisas.
—Feliz cumpleaños, Maddie —me susurra y después me abraza de nuevo. Y yo no me quejo.
—Gracias —contesto con mi voz de recién levantada.
—Sonríe —dice, sacando su celular del bolsillo y poniendo la cámara.
—No creo que pueda sonreír más. —Miro a la cámara y espero a que tome la selfie.
No duda un segundo y se la envía a nuestra madre, quien, al verla, nos llama en seguida. María contesta y habla con ella durante unos minutos, se despide con un «Yo también te quiero, mamá» antes de entregarme el móvil. Lo coloco en mi oreja y espero a que también me felicite por mi cumpleaños, sin embargo, sus palabras me toman por sorpresa, casi haciéndome llorar. No la he visto en mucho tiempo, así que nos tomamos un buen rato en ponernos al día. Me disculpo con ella por no haber podido seguir ayudándola a mantener su negocio, pero ella me dice que nunca le había ido tan bien como ahora. Después pone a papá al teléfono, quien me dice que me ama y que no siga creciendo más, porque ya no podrá llamarme «su pequeña». No me doy cuenta de que mi hermana me ha dejado hasta que la llamada termina y la busco en el cuarto.
Seco mis lágrimas con el dorso de la mano, agradecida por no tener que pasar otro cumpleaños sola. El diez de marzo del año pasado estuve en Europa, siendo entrenada para convertirme en una buena agente de SHIELD, no fue tan feliz como esperaba, y sin duda no se sentía como un cumpleaños siquiera. A ese montón de extraños que conocí no les importaba que ese día fuera mi cumpleaños número veintitrés. Sin embargo, el número veinticuatro parece prometedor. Ya tengo a mi hermana conmigo, he hablado con mis padres, estoy a salvo... ¿Qué más podría necesitar?
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Being There For You | Capitán América
Fanfiction«Nunca digas que amas a alguien si nunca has visto su ira, sus malos hábitos, sus creencias absurdas y sus contradicciones. Todos pueden amar una puesta del sol y la alegría, sólo algunos son capaces de amar el caos y la decadencia.» -Mario Vargas L...