MARATÓN 2/3
—¿Qué cosa? —contesta Sam mientras busca con la mirada.
—Vi un destello, ahí. —Señalo a un punto a la izquierda, cerca de un edificio.
—Seguro ha sido la luz de algún auto, Maddie —me dice Rogers—. No es nada.
—No lo creo, pero ya no puedo verlo —digo, sin estar convencida de que no fuera de importancia.
Mientras, a mi lado, puedo oír a Sitwell hiperventilando. A kilómetros puede notarse la capa de sudor que se está formando en su frente y todo el rostro. Tanto, que le alcanzo un par de servilletas para que se seque un poco, ya que hasta yo puedo sentir su ansiedad desde donde me encuentro.
—Esa es la luz del sol que se refleja en un arma..., ¡un arma que utilizarán para matarme!
Cuando abre la boca para decir algo más, sólo puedo pensar «Otra vez no, por favor», aunque no vuelvo a oír su voz paranoica, sino algo que nos sorprende a todos.
El automóvil choca contra algo frente a nosotros, que nadie había anticipado, tirándonos hacia adelante y golpeándome la nariz contra el asiento de Rogers, pero el cinturón ha evitado que el golpe fuera de más gravedad.
Sin darle tiempo para exclamar algo sobre su inminente final dentro de una caja de madera, si es que tiene suerte, algo atraviesa el techo del carro, tomando a Sitwell del cuello y arrojándolo lejos. Intento ver dónde ha aterrizado, para salir a buscarlo, cuando un camión pasa a toda velocidad frente al lugar donde lo había visto por última vez. Sólo soy capaz de cerrar los ojos con fuerza, tratando de no pensar en que soy yo la que está siendo atropellada, hasta que el camión, muy grande por cierto, está fuera de mi alcance visual.
—¡¿Qué demonios ha sido eso?! —maldice Sam, atónito.
—¡Se los dije! ¡No era la luz de un carro! —chillo con fuerza para que mi voz se oiga por encima de los gritos de Wilson.
—¡Arranca! —le grita Rogers a su amigo, quien casi atraviesa el suelo del carro al pisar el acelerador.
Todos esperamos a que la velocidad aumente y salgamos de esta carretera lo más pronto posible, aunque nada sucede.
—¡Muévete! —lo apresura Rogers con desesperación.
—¡No pasa nada, maldición! —grita Sam otra vez, pisando con más fuerza.
Comienzo a desesperarme otra vez, pero sólo consigo gritar más.
—¡Pues revisa si estás pisando el freno! —Es lo único que logro pensar para lo que nos está sucediendo.
—¡No sé tú, Maddie, pero yo sí distingo el freno del estúpido acelerador! —gruñe en respuesta ante mi comentario, molesto porque Rogers yo lo estamos apresurado.
Oigo un ruido bastante cerca de mí y miro al espacio vacío donde estaba Sitwell, el asiento tiene ahora un agujero de bala. Doy un grito ahogado y me muevo hacia los asientos de adelante antes de que una segunda bala se dispare.
Rogers gruñe cuando caigo encima de él, pero no tengo tiempo para disculparme cuando Sam logra poner el auto en marcha, en lugar de ir hacia adelante, vamos en reversa. Eso no parece importar mucho, siempre y cuando terminemos en una sola pieza y lejos de aquí.
Me siento un poco aliviada cuando observo, a través de los cristales cuarteados, que ganamos velocidad. El corazón me late tan rápido que quiere salírseme del pecho, mi respiración es demasiado agitada, sin mencionar lo incómoda que me siento estando en esta posición. Siento una de las palancas clavándome la espalda y mis pies están contra la puerta.
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Being There For You | Capitán América
Fanfic«Nunca digas que amas a alguien si nunca has visto su ira, sus malos hábitos, sus creencias absurdas y sus contradicciones. Todos pueden amar una puesta del sol y la alegría, sólo algunos son capaces de amar el caos y la decadencia.» -Mario Vargas L...