8. «Asistente»

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—Cuando te propones algo, no te detienes hasta que lo consigas, ¿cierto? —pregunto, abriendo la puerta del copiloto y entrando al carro.

—Sólo cállate y mejor dame las gracias por ser tan caballero.

Aunque estoy por responderle alguna otra cosa, el gesto con su mano me obliga a callar y adentrarme al vehículo que, sin duda, su valor es más grande que el de mi pequeño apartamento.

Incluso siento terror al dejar mi cuerpo sobre el cuero de los asientos. Pienso que por mi torpeza llegaré a rayar su preciado coche y vendrá el final de una buena relación de trabajo con Tony Stark. No es un secreto que yo soy sumamente cuidadosa en cuanto a lo moderno y caro respecta.

El vehículo se desliza con suavidad por el camino de asfalto bajo nosotros. Apenas y se oye el motor cuando Tony lo enciende. Las luces de la ciudad pasan a gran velocidad. Al millonario junto a mí le gusta correr.

—Y... ¿qué nombre elegirás? —pregunta Tony, sin retirar la vista del frente.

—¿Disculpa? —Frunzo el ceño en señal de confusión. He dejado de observar por la ventanilla para verle.

—Ya sabes, todos los Vengadores tenemos nombres especiales...

—Escucha, Tony... —Comienzo, buscando palabras para no tratar de ofenderle. Lo último que necesitaba y quiero hacer es eso—. Ustedes seis son personas asombrosas y valientes. Tú, Natasha, Bruce, Steve, Clint y Thor viven fuertes emociones en cada misión, arriesgando sus vidas y sintiendo la adrenalina correr. —Coloco un mechón de cabello detrás de mí oreja—. Pero yo soy de esas pocas personas que prefieren mantenerse alejadas del caos y huyen a la tranquilidad. No pertenezco allí, no quiero hacerlo.

Chasquea su lengua en señal de lástima y se encoge de hombros. La luz verde aparece y en menos de cinco segundos ya estamos corriendo otra vez.

Se detiene frente a mi apartamento, sin decir palabra alguna me deja y se va alejando antes de siquiera tener la oportunidad de agradecerle. Exhalo con pesadez para después ingresar a mi cómodo hogar.

Me siento demasiado cansada, apenas y puedo jugar diez minutos con Roy. Sólo hago terminar mi cena y me quedo dormida en el sofá, con un tazón de cereales vacío sobre mi regazo y el pequeño Yorkshire Terrier entre mis piernas.

Jueves. Cuarto día trabajando para S.H.I.E.L.D. y no soy capaz de estar más exhausta. Sólo un día más y llegará el fin de semana. Ir a la universidad y trabajar en la floristería de mi madre. Agh... De sólo pensarlo me canso mucho más.

Apenas levanto mi trasero del sofá y entro al baño. Pasando de mi rutina de cada mañana, corro hasta llegar al edificio al que me estoy logrando acostumbrar.

«Al menos ya me sé el número del piso...» digo para mis adentros, disfrutando del aire acondicionado que me recibe al poner un pie fuera del ascensor.

No veo a mi hermana por ningún lado, y no perseguiré para darle un saludo, seguiré con mi camino al laboratorio. Allí se encuentran los genios Banner y Stark. Como es costumbre, pongo mi bolso a un lado y saludo —por norma social— a los señores que no me prestan atención hasta que mi voz se oye sobre el silencio que se ha formado.

—Espero que hayas dormido bien anoche, preciosa, porque la diversión está por comenzar. —Tony me guiña el ojo seguido de una sonrisa traviesa.

«¿Qué se trae entre manos este sujeto?»

—Como digas... —respondo dudosa.

Le alcanzo una extraña llave a Banner, quien a diferencia de Stark, se empeña en terminar su trabajo y no quiere ni una sola pérdida de tiempo.

Being There For You | Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora