11. «Roy y Tony, el dúo hecho para molestarme»

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Mi paciencia se va agotando a medida que pasan los segundos y el fabuloso ascensor no ha llegado al piso donde me encuentro. Quien me había llamado fue Peter, mi compañero de edificio y en la universidad.

«—Maddie, hay un problema —había dicho entre jadeos—. Al parecer has dejado la puerta abierta y Roy se ha salido...

»—¿Qué? —respondí con el corazón en la boca.

»—Intenté atraparlo, pero es muy pequeño y veloz el desgraciado —masculló—. ¿Hola? ¿Maddie?

No respondí y terminé la llamada. El tiempo es lo menos que puedo perder en esta situación. Tan pronto como dejo el celular en la mesa, echo a correr fuera del laboratorio. Heather iba a matarme si su pequeño Yorkshire Terrier termina herido por un auto, o aun peor. Además, yo tampoco me perdonaré si algo le sucede a esa pequeña bola de pelos...

Ignorando las palabras de Stark dirigidas a mi persona, a la vez que me sigue —tampoco suena muy feliz—, hallo las escaleras y no tengo más opción que bajar por ahí. Dejo de oír la voz del millonario y sé que él ya no vendrá detrás de mí.

En el trayecto para llegar fuera de S.H.I.E.L.D., choco con una cifra de agentes bastante alta; a pesar que con cada paso que doy voy diciendo «Permiso», «Disculpe», «¡Lo lamento!», éstos no parecen ser suficientes.

Estrello mi cuerpo con una roca, o al menos es esa la sensación que he tenido. Frente a mí puedo ver a Steve Rogers, el rubio que pertenece a Los Vengadores, además de Thor. El hombre en sí no me lleva mucho de altura, por lo que cuando me estampo con su cuerpo por no fijarme por dónde iba, su diente termina clavándose en mi cráneo, mientras que yo le regreso el favor con un posible labio partido.

—Perdona, ¡es una emergencia! —le digo en cuanto me reincorporo, y continúo corriendo a toda prisa.

El tiempo ni siquiera me ha alcanzado para quejarme de dolor. Pero no quita la terrible sensación. Me froto la cabeza al tiempo que empujo las puertas del edificio y me recibe el cálido ambiente que me ofrece la ciudad de Nueva York.

—¡Aguarda! —La voz pertenece a la persona con quién choqué los pasados cuarenta segundos.

Higo lo mismo que con la de Tony cuando dejé el lugar de trabajo sin explicación alguna: no le presto atención. Si supieran lo importante que es ese animal para Heather, me entenderían a la perfección. No me la imagino sufriendo por el perro que está bajo mi responsabilidad. De haber sido por ella, hubiera cogido el animal y disfrutaran de su viaje juntos.

Preguntándome a dónde pudo ir con exactitud Roy, recuerdo aquella vez que lo saqué a pasear. Corrimos juntos hasta el parque más cercano, que estaba a unos veinte minutos, más o menos, por lo que no vacilo y comienzo a rezar para que pudiera encontrarlo ahí o en el camino...

Alcanzo a ver una mancha color café que se mueve con agitación, a lo lejos distingo su collar azul con la placa en forma de hueso. Bingo. Debo acelerar el paso antes de que el perrito fuera a cruzar la calle, las posibilidades de que lo atropellaran a esta hora me temo que son altísimas. A pesar de estar a unos pocos metros de distancia, me es difícil alcanzarlo y la acera se me acaba.

No lo pienso dos veces —porque, conociéndome bien, terminaré arrepintiéndome por ello— y termino lanzándome al suelo y gracias a Dios soy capaz de tomar una de sus patitas traseras y detenerlo antes de que cruzara la calle. El dolor era tanto, que no evito contener un alarido. Me siento en el asfalto, sin importarme que la gente me viera, en este mismo momento me vale un comino si el suelo está caliente. Muerdo mi labio con fuerza para evitar hacer tanto ruido cuando veo que mi pantalón se ha rasgado y hay una mancha roja en la pierna izquierda.

Being There For You | Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora