42. «Helicarriers»

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MARATÓN 4/4

Me giro en cuanto me doy cuenta de que no estoy realmente sola. Mi corazón se detiene un segundo y, cuando vuelve a latir, quiere escapar de mi pecho. Bucky, James Buchanan Barnes, uno de los miembros del Ejército del Invierno, o como quieran llamarle, se acerca a mí. Ya no lleva el protector extraño que tenía la última vez que lo vi, sin embargo, eso no le quita lo aterrador. Su mirada oscura se centra en mi persona. Aquel brazo metálico sostiene con firmeza un arma enorme y no teme dirigirla hacia mí, porque eso es lo que hace. Sé que si intento correr hacia el panel, o incluso dar un paso, me disparará y allí habré terminado.

El tiempo corre, lo sé. Buchanan tiene paciencia al moverse en mi dirección, tal vez porque sabe que no tengo oportunidad contra él. Estoy herida y desarmada, ¿cómo siquiera podría llegar a asestarle un mínimo golpe? A pesar de mis posibilidades, no pienso quedarme tranquila para que me maten. Doy un pequeño paso hacia adelante, con esfuerzo, pronto otro más y otro más.

—Escucha, no te conozco en absoluto. Sólo sé lo que me han contado acerca de ti. Pero, de todo lo que he escuchado, nada me dice que eres así. —Hago un gesto hacia él—. No tienes pinta de ser un mal tipo.

Espero que así pueda, no lo sé, entrar en razón o algo que evite que dispare el arma que sostiene. Veo que se está moviendo con más prisa, a lo que yo tengo que igualarle el ritmo, moverme para atrás. Mi espalda choca con la columna, así que la rodeo para no tener que ver al mejor amigo de Rogers en esa condición. Vaya que es distinto al de las fotografías del museo; su cabello era corto, éste lo ha dejado crecer; tenía una sonrisa divertida, éste no la tiene; los ojos del otro tenían una chispa de vida, éste los tiene apagados y con bolsas oscuras debajo de ellos; temo que dentro de él no quede nada de la persona que solía ser.

Unos golpecitos son percibidos por mis oídos, atraen mi atención a la parte más alta del helicarrier, aun más alta que la plataforma a la que he intentado subir. Casi se me escapa un suspiro de alivio, pero no lo hago, cuando veo que Rogers se las ha arreglado para llegar. Tal vez pueda distraer a su mejor amigo en lo que yo coloco los chips.

—¿Qué te parece si no utilizamos la violencia, eh? —propongo, alejándome de mi escondite para mirarle. No obstante, cuando una bala me pasa por el rostro entiendo que su respuesta es un no.

Como se está acercando demasiado a donde estoy, me agacho y voy lo más rápido que pueda para ocultarme detrás de otra columna.

«Dos minutos, veinte segundos.»

—¡Ya lo sé, joder! —escupo con molestia, cosa que alerta al líder del Ejército del Invierno y hace que se acerque más a mí. Pronto, el escudo del Capitán vuela hasta golpear el arma de Buchanan, arrojándola lejos. Después de eso, él salta hasta caer a mi lado. Mira con nostalgia al hombre frente a nosotros y dice:

—Bucky, yo...

Un puñetazo de su parte le impide continuar hablando, aunque me da una oportunidad para poder golpearle de vuelta y echarlo unos cuantos pasos para atrás.

—No podré subir allá a tiempo —reconozco, aunque no me siento muy orgullosa de ello—. Lo distraeré para que tú te encargues de las tarjetas. —Sin más rodeos saco de mi bolsillo las tres tarjetas y las dejo en su mano abierta. ¡Vete!

Rogers acepta y corre hacia la plataforma. El sonido de un disparo me paraliza y busco por todos lados. Buchanan sostiene un arma y estoy segura de que la bala ha llegado a parar en Steve. Llevo las manos a mi boca temiendo lo peor, están temblando como nunca. Antes de que pueda decir algo, oigo un quejido de su parte, a pesar de estar encorvado, sigue con vida.

Being There For You | Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora