53. «Karma»

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Habíamos salido del salón de entrenamiento cuando nos topamos con Tony, intenté preguntarle por más detalles acerca de por qué teníamos que viajar. Él no hizo más que empujarnos, a mí y a Rogers, hacia el ascensor, diciendo una y otra vez «Muévanse, les contaré cuando estén listos». Casi me sentí como una niña; mi madre solía apresurarme cada vez que teníamos que estar puntuales, no me decía nada hasta que estuviéramos listas. Y funcionaba, por supuesto, ya que ella se aprovechaba de mi curiosidad. Así que aquí estoy, en la ducha, deshaciéndome del sudor mientras me sumerjo en mis dudas.

El mismo día que «oficialmente» me convierto en una Vengadora, tenemos que ir en una misión. Sin mucha información acerca de eso, mi mente se la pasa creando miles de suposiciones. No sé con qué nos iríamos a encontrar, o con quién, si era el tipo que me había secuestrado o la persona que controla el cetro de Loki. Decido terminar la ducha lo más pronto posible. Me coloco la toalla alrededor cuando una última pregunta me ataca: ¿Qué me voy a poner? Recuerdo que el último traje que utilicé había sido desgarrado por una mujer loca que me arrojó a una cabina donde me lavaron como si fuera un automóvil. Estoy segura de que ya no me queda ninguno.

«Supongo que tendrá que bastarme con vaqueros y zapatillas deportivas», pienso mientras rebusco en los cajones, con cierta esperanza de hallarme con un traje, aunque sé que es una idea un tanto improbable.

—Um... ¿Maddie? —Percibo una voz al otro lado de la puerta.

—¿Sí? —respondo sin girarme, concentrada en mi ropa.

—Soy Steve —me dice, a pesar de que eso ya lo sé—, Stark me pidió que te trajera algo.

—Entonces pasa —le digo.

Un segundo más tarde oigo el sonido de la puerta abriéndose y cerrándose.

—Dijo que...

Se calla en cuanto me giro, al verme con la toalla y sólo eso, yo quedo observándole con una ceja alzada. «Esto podría ser divertido», me digo a mí misma, enfocada en la expresión que se pinta en el rostro de Rogers. Siendo honesta, no se me olvidaba cómo estoy cuando lo dejé pasar, con él, es algo que me tiene sin cuidado. Si se tratara de alguien más... es otra cosa. Mientras tanto, disfruto de verlo abrir la boca para no decir nada después. Me parece que Rogers no ha visto a muchas mujeres así; no sé si reírme o admirarle. He de admitir que me gusta molestarlo un poco de vez en cuando, sus expresiones son únicas y entretenidas. Es una de las cosas que aún no han cambiado, por lo que estoy agradecida.

Pero luego recuerdo que no es un día normal, sino que hoy tenemos que irnos de viaje en Quinjet a no sé qué, pues Tony no ha querido decir nada más. También recuerdo mi crisis por no saber qué usar, debido a que Stark tampoco me ha informado del clima. No me apetece llevar un montón de ropa para llegar a un sitio bastante caluroso, o usar poca ropa en un lugar helado, dada mi última experiencia en Rusia. Estar al borde de morir congelada no es algo que quiera repetir.

—¿Qué traes? —le pregunto, refiriéndome a la bolsa que sostiene en sus manos.

Rogers parpadea un poco y luego parece ser traído de vuelta a la Tierra.

—¿Eh? Yo... —titubea, yo señalo otra vez a la bolsa—. Ah, sí... Tony supuso que necesitarías esto.

Echo un vistazo al interior y distingo una tela de color azul oscuro, cuando la saco, suspiro de alivio en cuanto me encuentro sosteniendo un traje hecho para mí. Lo desdoblo para verlo mejor. No es igual al que Romanoff usa, pues el suyo es negro, hay algunas partes en las que se distingue y otras que son algo parecida. La parte trasera está bien; tiene un bolsillo para armas, sólo en caso de necesitarlas, y me parece muy bonito. Entonces decido darle la vuelta y, al hacerlo, mi mandíbula cae al suelo y parezco quedarme congelada en mi lugar unos pocos segundos.

Being There For You | Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora