1. «Primer día»

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—¡Jesús! —exclamo al darme cuenta de que anoche he olvidado poner la alarma y gracias a eso me hallo corriendo por todo el apartamento para no llegar tarde.

«¿Qué se supone que usas para un sitio como ese?», digo en mi mente. Dios, debí haberle preguntado eso a mi hermana. Con lo mucho que yo me preocupo en causar una buena primera impresión...

Cojo un par de vaqueros oscuros y me paso una blusa blanca por la cabeza. Acompaño el vestuario con unas zapatillas blancas de tacón bajo, y arreglo mi cabello como puedo para dejarlo suelto. Al ver mi reflejo en el espejo, pienso que no me veo tan mal. Algo casual, pero me gusta cómo está mi apariencia. Sonrío triunfante antes de correr a por mi celular y tomar una barra de cereal, y salgo de mi hogar.

Revisando el reloj de mi muñeca, sé que a esta hora el tráfico es un horror, por lo que me dispongo a correr —cosa que no me gusta para nada, ya que suelo terminar con dolor en las rodillas y me canso más rápido que las demás personas— y rezar para no aparecer en el edificio luciendo toda sudada y estropeada.

Hago varias pausas para coger aire, apoyándome de los postes de luz y algunos de los escaparates de las tiendas. Tomo agua de la botella que he comprado y la desecho en un instante, pues ya está vacía.

«—¿En dónde estás? No habrás olvidado que éste es tu primer día de trabajo, ¿cierto? —dice una voz femenina en cuanto contesto mi teléfono.

»—¿Acaso piensas que soy tan estúpida? —espeto con molestia.

»—Bueno... En octavo grado...

»—Ya, cierra la boca —Ruedo los ojos, ¡ella aún no olvida esa anécdota!—. De todos modos, ya estoy a una cuadra del edificio. ¿Te molesta si bajas y me atiendes? Desde aquí me imagino cómo ha de ser y me pone nerviosa.

»—En seguida, Maddie. Ahora, toma un poco de aire; puedes dejar de correr. —Y en cuanto lo dice, casi me imagino su sonrisa al otro lado de la línea. Mi voz suena agitada, desde luego.

Verifico que el estado de mi cabello sea presentable, o al menos decente. Respiro con pesadez antes de empujar las puertas y moverme dentro. Sonrío por el alivio que siento cuando me recibe el fresco aire acondicionado. Lo necesito, así dejaré de sudar. Me dirijo hacia la mujer de cabello oscuro, quien también viste un uniforme bastante bonito y sofisticado. Comienzo a dudar acerca de mi elección de ropa de esta mañana...

—¡Maddie! —chilla ella a la vez que se acerca y me rodea con sus brazos—. Has llegado un poco a tiempo.

Frunzo el ceño.

—¿Un poco a tiempo?

«¿Acaso existe esa expresión?»

Ella asiente, guiándome al elevador de puertas transparentes.

—Un par de minutos más y se te habría hecho tarde...

—No estuvo tan mal para el hecho de haberme levantado sin alarma... —Me encojo de hombros, felicitándome internamente.

—Hay varias cosas que quiero mostrarte, porque si no soy yo, nadie se molestará en hacerlo —comenta mientras oprime un botón para que las puertas del elevador se cierren.

—Vaya, cuánta hospitalidad —respondo con sarcasmo.

—Tranquila, nena. Es que estamos tan ocupados con el trabajo y ocupándonos de que todo salga a la perfección, que no podemos darnos el lujo de distraernos.

—Han buscado a la persona equivocada entonces —digo, refiriéndome a mí. No es que yo sea tan torpe, aunque las cosas no suelen salirme bien siempre.

Being There For You | Capitán AméricaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora