Soy Nina

A escondidas

-¿Te encuentras bien? Estas pálida- Gastón me habló.

-Necesito ocultarme- dije mirando para todos los lados.

-¿De que hablas?

-Mi mamá está aquí, si me capaz me manda a un internado- dije.

-Ven- dijo y yo me quedé confundida, tomó mi mano y empezamos a correr.

-No tan rápido- dije falta de aire, mi condición física no es tan buena como la de él, al final llegamos a un lugar de la plaza lleno de arbustos.

-Vamos a escondernos aquí- dijo mientras se agachaba yo también me bajé cerca de él, -Aquí estamos seguros- Estamos muy cerca dije para mis adentros, podía sentir su respiración en mi cuello, echamos un vistazo y mi mamá estaba caminado junto a Mora.

-¿Tu mamá no te dio permiso?- preguntó. No hables Gastón tu respiración me hace cosquillas.

-Estaba con mi papá así que ella no sabe de esto- confesé, miré otra vez y las dos se estaban alejando, me sentí aliviada, llevé la mano a mi cuello y me di cuenta que algo estaba faltando.

-¿Dónde está mi cadenita?- pregunté.

-Justo la tenías puesta- dijo.

-Eso lo se, tengo que salir a buscarla- dije desesperada.

-Tu mamá podría verte- dijo pero eso no me importaba.

-No, no, no, debo de encontrarla- dije.

-Pero ¿Por qué tanto afán por encontrar la cadenita?- ¿En serio lo pregunta?

-Es muy valiosa- dije y me levanté.

-Solo son 24 quilates, no costó tanto, no te preocupes- dijo Gastón y yo detuve la busqueda.

-¿Qué dijiste?- le pregunté.

-Qué... oh- su cara se puso pálida.

-¿Cómo sabes eso?- intenté ser más clara.

-Es que yo... tu mamá viene para acá otra vez- dijo y miré para comprobarlo, efectivamente habían cambiado de dirección, nos bajamos otra vez.

-Necesito una respuesta rápida- dije.

-Olvida lo que dije Nina- dijo restando importancia.

-¿Sabes que? no me importa que mi mamá me vea, me voy- dije pero cuando me iba a levantar para huir sentí que Gastón me agarró haciendo que perdiera el equilibrio, Genial Nina, sos una torpe, lo peor de todo es que había caído en una posición muy comprometedora.

-Sos un tonto- le susurré.

-Escuché algo por los arbustos- escuché decir a Mora.

-Seguro fue una ardilla Mora, por favor se nos hace tarde- hazle caso a mamá Mora.

-No entiendo por qué tuvimos que venir de este lado- cada vez se escuchan más cerca.

-Es mucho más corto el camino- Mora te mato.

-Estoy segura que escuché a alguien hablar- decía Mora cada vez más cerca.

-Nina, perdóname- dijo, yo no entendí por que me estaba pidiendo perdón, de repente me puso contra la grama.

-¿Vos estas loco?- pregunté, -¿Qué rayos crees que haces?- Gastón no decía nada, solo se acercaba cada vez más, sentí que el mundo avanzaba en cámara lenta, cuando estuvo a unos centímetros no hablé, me sentí incapaz de hacerlo, mi mente decía que no pero mi corazón lo deseaba con todas las fuerzas, en ese momento nuestros labios se juntaron. Gastón me está besando... Nina no te desmayes, Nina no mueras.

No podía pensar con claridad, sentí mi corazón ir a millón, mi cuerpo arder, respondí ese beso, abracé su cuello y acaricié su cabello, su mano acariciaba mi cuello y yo me estremecía cada vez más.

-Solo son unos chicos haciendo de las suyas, que bella es la juventud- escuché a Mora decir, Gastón siguió besándome, no nos separamos y sentí que me quedaba sin aliento.

-No seas entromentida y ven que vamos a llegar tarde- le decía mamá.

-¿Vos no querés ver y recordar los viejos tiempos?- preguntó Mora esta vez se escuchaba lejos, en pocos segundos la voces ya no se escuchaban.

Gastón separó sus labios de los míos, nuestras miradas conectaron, ninguno dijo algo que arruinara el momento, él se recostó a mi lado, -Eso fue intenso- dijo y yo me quedé callada, me levanté y decidí buscar mi cadenita.