Día 0

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La tranquilizante luz del sol evitaba que me durmiera en clase. Me cruzaba de brazos y escondía mi cabeza del resto del mundo.

"Suerte que te tengo a ti... ¿Porque los profesores hacen las clases tan aburridas?"

Sin respuesta, como siempre.

"Nada más llegar a casa, comeré algo, espero que mi madre haya dejado algo preparado..."

Silencio.

"Esta mañana nos hemos peleado, ya lo sabes, pero no creo que por eso me deje sin comer ¿no?"

-¿Elliot? -la profesora interrumpió mi charla.

-¿Qué? -le dije molesto. Notaba como las miradas de mis "compañeros" me acribillaban, se podían comenzar a oír las risitas de fondo que siempre me acompañaban en el instituto.

-¿Como que qué? Estabas durmiendo en clase, deberías estar apuntando ya que tienes examen el lunes que viene -ni siquiera me acuerdo del nombre de esta profesora, ¿cuánto tiempo lleva haciendo clase? ¿Se habrá dado cuenta que tiene un diente pintado de color rojo pasión por el pintalabios?

-¡Elliot! -me ha vuelto a interrumpir. Suspiro cansado.

-¿Puede seguir dando clase, por favor? -se quedó callada, con los ojos como platos y con la boca en forma de o. Sus ojos llorosos advertían que ya estaba cansada de soportar lo que tiene que vivir día a día una persona adulta rodeada de adolescentes.

No tardó en soltar una lágrima y salir de la clase con un portazo. En cuanto salió casi todos se rieron, solo unos pocos me miraron con desaprobación.

-Elliot, está ya es la tercera vez que hundes a un profesor, no te cansas ¿verdad? -me dijo el más extrovertido de clase que se animó a acercarse a mí. Por supuesto, no me sabía su nombre, ni tampoco me moleste en contestar, tan solo bostecé cansado de aguantar a gente como ésta.

-Oye tío, ¿puedes hacer lo mismo con el de química? Ese hombre me tiene una manía increíble -esta vez el chico que me habló si lo conocía, íbamos a la misma clase desde los tres años, se llama Owen, incluso me puedo acordar de que su novia es la chica que se sienta al lado mío.

-¿Porque iba a hablar con el profesor de química? -le pregunté haciendo que otra vez la clase me mirara expectante.

-Bueno, ya sabes, se ve que tienes el don de hundir a la gente en la miseria -se rió y miró a su novia.

-Ah, ¿pero entonces no te estaría hundiendo en la miseria a ti ahora mismo? -pregunté sin mucho interés por la conversación.

-¿Por? -preguntó sonriendo y poniéndose bien su pelo color cobre.

-Porque estoy hablando contigo -frunció el ceño. Y eso me hizo pensar que no había entendido algo que él había dicho.

-Pero conmigo no hablas igual que con los profesores -dejo de sonreír, y por algún motivo se puso más serio.

-Yo hablo igual con todo el mundo -silencio de nuevo. Vaya, esta vez la única que se rió fue su novia.

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora