Día 55

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Llegué a clases con la idea de tan solo pasar el día pegado a Owen, asegurándome de que estaba bien.

Pero tristemente, no lo encontré.

—¿Y bien? —el profesor de lengua no paraba de regañarme por no haber presentado hoy el trabajo. Me había obligado a quedarme después de clases. 

—¿Y bien qué? —a pesar que me caía bien, hoy estaba siendo muy pesado.

—¡¿Cuándo enseñaras tu trabajo?! —se estaba enfadando, y eso me ponía nervioso.

—No lo he hecho, y tampoco pienso hacerlo, la verdad —resoplé disgustado por su comportamiento y él miró hacia los lados sin saber cómo reaccionar. Era algo divertido verlo así.

—Sé que ha pasado estos últimos días con lo de tu padre, Elliot —eso era un golpe bajo.

—Lo sé, creo que lo sabe todo el mundo —quité importancia sin manifestar mi irritación.

—Necesitas tiempo, lo entiendo, pero no desperdicies tu vida por cosas que pasan sin que nosotros queramos, ¿de acuerdo?

—¿Ha usted también le pegaba su padre? —se calló de repente. Su expresión era lo suficiente satisfactoria para acabar la conversación con una sonrisa y salir de allí sin más molestias.


Pensé temas para hablar con Owen. En el trayecto de ida a la fiesta hablamos sobre lo que había averiguado y en lo que ponía que había dicho Alice, que no encajaba con la versión que a mi me había dado. Quizás podría retomar eso y hablar un poco más sobre el tema.

—¡Oweeeeen! —grité viendo cómo andaba como un zombie entre los alumnos entusiasmados por el final de las clases.

No se giró.

"Joder, esta sordo."

Corrí apartando a la gente. Lo había perdido.

Fui a la salida y miré alrededor,  buscando su típica chaqueta color naranja chillón.

Se estaba metiendo en un coche negro. Eso era nuevo. Me acerqué corriendo y lo que vi me dejo atónito. Él. Quien estaba conduciendo era el novio de mi madre. 

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora