La mañana transcurrió tranquila, nada fuera de lo normal. Ahora me era más fácil hablar con Alice, aunque seguía pareciéndome que no era una chica muy normal.
Lo que más me preocupaba ahora era las pesadillas que tenia de noche de lo de Harper, y también en que esta tarde vendría mi padre. Más exactos, dentro de diez minutos seguro que estaría en casa.
Picaron a la puerta.
—Elliot, ¿han picado? —la voz de mi madre apenas salía. Este día de la semana era el que nos hundía la vida.
—Voy a abrir —asintió y se sentó con la mirada perdida en el viejo sofá lleno de manchas marrones y agujeros.
—¡Abrir ya la puta puerta! —golpeó la puerta con fuerza. Estaba borracho como siempre.
—¿Qué quieres? —abrí la puerta preparándome para lo que fuera a pasar. Su estúpida cara me recordaba a la mía y eso hacía que me odiara.
—¿Cómo estas hijo? —me cogió la cara y yo le sujeté las manos asustado y agobiado por su aliento a alcohol.
—¡Suéltame...! —le empujé y me miro riéndose y dejando ver sus dientes amarillos.
—¿Cómo puedes tener todavía la herida en el labio? Solo fue un golpecito —se abalanzó y me cogió del cuello con el brazo, como si me estuviera dando un abrazo.
—¡Cariño! —cerró la puerta con el pie y me madre apareció de pie en el comedor. Le temblaban las manos.
—Hola... ¿necesitas algo?
—Esta es mi casa, ¿es que tengo que necesitar algo para estar aquí con mi familia? —intenté moverme para que me soltará.
—Para ya, joder, ni que fuera a pegarte —se rió y me dieron ganas de golpearle con el objeto mas cercano.
—Bu... bueno, ya tengo preparado el dinero —me soltó y caí al suelo, se había ido como loco a coger el dinero encima de la mesa.
—¿Cuánto hay? —le preguntó, pero mi madre era incapaz de responder. Abrió con agresividad el sobre en el que había cincuenta dólares.
—¡¿Que mierda es esta?! —un puñetazo en la cara asustada de mi madre me cortó la respiración.
—¡No puedo darte más! —le dio una patada en la barriga que hizo que mi madre cayera al suelo. Como siempre, mamá me señaló el suelo entre golpes y gritos para que no me moviera.
—¡Me cago en la puta...! —registró toda la casa volcando todos los muebles y rompiendo cosas, no encontró nada por suerte.
—Por favor, vete ya... —seguíamos en el suelo cuando volvió al comedor.
—¿Que me vaya? ¡Es mi casa puta de mierda! —le dio una patada en la cara y le agarró del pelo— y tú eres mi mujer, puedo hacerte lo que quiera... —sus manos fueron a su cinturón. Se lo estaba desabrochando.
No. No otra vez.
Me levanté furioso y le pateé el culo, se cayó de boca al suelo.
—¡Maricón de mierda! —se levantó. Y creo que no hace falta explicar que pasó.
Solo sé que al despertarme estaba mi madre llorando y toda la casa hecha un desastre.
—¿Te ha hecho algo...? —me dolía el labio, y con un ojo no podía ver muy bien. Mi primera paliza me la había dado mi padre, que bien.
—No, tranquilo mi vida... —me dio un beso en la frente mientras me acariciaba el pelo. Suspiré pensando que había valido la pena.
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Elliot
Fiksi RemajaSupongo que debo presentarme, seré lo mas breve posible: lo que explico es solo para entreteneros, fin. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¿en serio? *Este es el día a día de un extraño chico llamado Elliot. Leyendo este libro iréis conociéndolo má...