Día 52

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De mejor humor, ayer decidí salir a correr por la noche para despejarme después de unas clases bastante pesadas. Owen no había aparecido en todo el día, y no contestaba a mis mensajes. 

"¿Se habrá enfadado por algo?"

También pensé en Ember, en el beso y todo eso... pero era tan aburrido. Echaba de menos rebuscar y pensar sobre lo que le había pasado a Alice o a Harper, pero había prometido a mi madre ser "normal".

"Podría ir a disculparme con Alice, por todo lo que hice sin pensar."

Y eso iba a hacer hoy.

Estaba en el hospital solo, sin nadie que me animara a entrar.

"Eres una persona normal, tranquilo."

Pasé por los pasillos con paso rápido mientras me fijaba en las habitaciones.

"Numero 38, numero 38... aquí esta."

Hoy tampoco había nadie, y las enfermeras parecían muy ocupadas y ajetreadas yendo de arriba abajo mientras hablaban entre ellas.

—¿Alice? —abrí la puerta y sus ojos se me clavaron en el alma. Sentimiento de culpa ¿Por qué?

—¿Qué haces aquí? —me lo dijo seria. Supongo que la anterior visita no le gustó mucho.

—He venido a pedirte perdón —vaya, le segunda vez que pido perdón en poco tiempo, todo un record.

—No has traído flores —sonreí y ella miró sus manos con una débil sonrisa.

—La próxima vez traeré flores —me senté en la única silla que había—, quiero que sepas que me arrepiento de cómo actué, yo tiendo a equivocarme mucho.

—¿Tú? —se rió sarcástica—, eso de que lo admitas es algo nuevo.

—Intento cambiar, ser normal —Alice se incorporó y me miró con cariño, ya no estaba enfadada, eso me relajó muchísimo.

—Me gustaba el Elliot raro —aparté la mirada de su rostro, y rojo sonreí avergonzado— aunque también me gusta que sonrías más, podrías mezclar al Elliot normal con el raro.

—No sé si eso es posible —se rió y apoyó la barbilla en su mano cruzando los brazos.

—Lo digo en serio, no hace falta que cambies.

—No lo entiendes, creo que he cambiado a peor —rodó los ojos por la habitación con esa sonrisa infantil de aburrimiento.

—Yo te veo igual, quizás es que ahora está cambiando tu alrededor ¿no crees? —me callé pensando en esa manera de ver las cosas que solo tenía Alice.

—Quizás... —admití en voz alta.

—No te veo como una persona que cambie, la verdad, tienes un carácter y una personalidad bastante fuerte —junté las manos mientras miraba el vacío.

—Pero hago cosas que jamás hubiera hecho antes.

—El Elliot de antes estaba triste, ahora estas contento —lo dijo sonriente como si fuera lo más obvio del mundo.

—¿Era normal que el Elliot de antes investigara lo que te paso? —pregunté metiéndome en terreno peligroso para que viera toda la verdad.

—Sí, eres raro y te gusta analizar todo lo que pasa —¿ella me veía así?

—Supongo, pero no está bien hacer eso —asintió conforme.

—Eso es verdad, pero lo que hacías tampoco era con mala intención.

"Pregúntaselo."

La voz de mi cabeza me empujaba a hacerle más preguntas, de hacerle hablar más.

—¿Han encontrado a la mujer que te hizo esto? —se me escapó sin poder evitarlo, por suerte también lo preguntaba porque me preocupaba como lo estaba llevando ella.

—¿Mujer? —asentí confundido por su pregunta.

—Me dijiste que fue una mujer ¿no?

—No, bueno, sí... quien me hizo... cosas fue un hombre —¿Qué? ¿Habían dos personas implicadas?

—¿Se lo has dicho a la policía todo, verdad?

—Sí, claro, van bastante lentos pero algo harán, les dije todo lo que pude.

—Genial entonces, yo me voy a ir ya —me levanté y ella me cogió de la mano.

—Gracias, eres uno de los pocos amigos que me quedan —puse mi mano encima y le sonreí complacido por su dulzura. De verdad que esta chica se merecía lo mejor. Temblaba por el contacto así que rápidamente aparté la mano y me despedí.


Salí del hospital y me llamaron al móvil, número desconocido.

—¿Sí?

—Hola, soy yo, Richard —por poco se me escapa un "qué bien..." cargado de ironía.

—¿Qué pasa? ¿Cómo que tienes mi número?

—Me lo dio tu madre, solo he llamado porque ya tengo esos documentos, pequeño detective —se estaba burlando claramente de mí. Aunque esos documentos no podían venirme en mejor momento.

"¿Y mamá?"

Joder, se lo había prometido, me lo había prometido a mí mismo.

—¿Se los doy a tu madre o te pasas un momento por mi casa?

No contesté, no sabía qué hacer. Con eso podría saber tantas cosas...

"Me gustaba el Elliot raro."

Las palabras de Alice resonaron.

—No hace falta, ahora paso en un momento, ¿donde vives? 


ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora