Día 22

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Hoy no tenía ganas de nada. Ayer la broma de Alice me dejó destrozado. Me había quedado esperándola dos horas y no apareció, obviamente era que se había arrepentido de la confesión o que se estaba burlando de mí.

"¿Debería haber pedido su número? Pero si realmente lo tuviera, ¿lo utilizaría? No creo."

Todo es tan complicado... Y encima hoy mi padre volvería a aparecer por casa.

Fui al instituto preparado para escuchar la explicación de Alice, y también para mandarla a la mierda, sinceramente. Pero no vino.

"¿Quizás esté enferma?"

Me imaginé las razones de por qué no vendría hoy, ese fue mi entretenimiento durante la mañana.

Me levanté del asiento bostezando y mirando la pizarra, el profesor se había motivado poniendo ejercicios de física. Owen se despidió de sus amigos y me miró, se dirigía hacia mí. Joder.

—Toma esto —me entregó un papel doblado, yo lo miré sin entender que era eso. Últimamente la gente me daba muchos regalos—, mi madre me ha dicho que te de esto, ves a la farmacia y pídelas, son pomadas que te irán bien.

—Gracias, dile que ya estoy mejor y que no se tiene que preocupar —se rió y apoyó su mochila en una mesa.

—Se lo he dicho, pero ha insistido mucho —Owen ignoraba la vez que lo acuse de acosador, porque estaba siendo amable como si fuera cualquiera otro alumno de clase—. Puede que se pasé esta tarde por tu casa... solo será un momento, quiere decirle en persona a tu madre lo que te ha pasado.

¿Qué? ¿Hoy?

—No, no, no, dile que es imposible, y que no hace falta, ya se lo he dicho yo —me descontrolé, y mostré el pánico que me daba la idea de que viera a mi padre.

—Con lo que te había pasado tendría que haberte llevado al hospital, ¿eres consciente, no? —me mordí el labio. Es verdad que su madre, Sam, se había portado muy bien conmigo, respetando mi miedo a los hospitales, pero no podía permitir que viniera a casa, hoy no—, tú mismo, le diré que no te viene bien, pero no se rendirá, ahora eres su paciente —se dio media vuelta y no insistió más. Cosa que me calmó por completo. Me calmó hasta que llegó la tarde.


ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora