Día 50

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—¡No me jodas! —gritó Owen impresionado.

—Baja la voz, es temprano.

—Pero que ese tío que sale con tu madre, ¡es genial! —después de haberle contado mi experiencia de ayer, se veía contento a pesar de mi disgusto con ese hombre.

—Sí, bueno, no me cae bien, pero va a ser útil —asintió con entusiasmo dándome la razón.

—¡Claro que sí, tenemos que celebrarlo! —hoy estaba más enérgico de lo normal.

—¿Celebrar el qué?

—Nuestra nueva futura información, obviamente —su sonrisa era cada vez más grande, no paraba de gritar y zarandear las manos con entusiasmo.

—Estoy castigado esta semana, tendremos que posponer esa celebración —soltó una carcajada y me dio un empujón.

—No seas plasta, tenemos que aprovechar que esta noche hay una fiesta —esa idea me resultaba curiosa, pero no me imaginaba a mí en un ambiente así.

—¿Quieres que me escapé de casa o qué? —me odiaría por preocupar a mi madre, siempre había sido un hijo responsable y no quería dejar de serlo.

—Porfa... será divertido, si no, ¿con quién me reiré? —un cincuenta por cierto de mí gritaba firmemente "¡NO!", pero el otro cincuenta por ciento me empujaba a acompañarle—, por favor, no te dejare solo, lo prometo, y volveremos pronto —eso último no me lo creí.

—Cómo me echen bronca te juro que no te hablaré en la vida —apretó los puños y soltó un "¡sí!". Estaba contento, muy contento, demasiado.

"Quizás he generado el poder de la felicidad y ahora me entero..."

—Pero sabes que eso es imposible —volví al mundo real con su comentario.

—¿El qué?

—Ignorarme —sonrío con picardía levantando el mentón, como si supiera él que eso era así.

—Ignoré durante años a bastantes personas, creo que lo soportaría.

—Pero yo soy yo —no le reproché más, primero porque salió corriendo dejándome atrás, y segundo porque era verdad, no me imaginaba ahora estar sin sus absurdos comentarios o su escandalosa risa.

"Es mi primer amigo oficialmente..."

Sonreí para mis adentros y lo seguí preguntándome porque corríamos.


Eran las siete, y Ember se había presentado en mi casa a traerme unas galletas que había hecho para mi madre, este viernes seria su cumpleaños.

—La harina iba a caducar ya, así que pensé en aprovecharla rápido —dijo de broma mientras charlaba con mi madre.

—Por dios, Ember, ¿quieres que engorde, verdad? —estas dos se llevaban estupendamente, incluso diría que Ember la quería casi tanto como yo.

—Pero que dices, nosotras estamos genial —escuché las risas de las dos mientras miraba hipnotizado la televisión.

—Ya me gustaría estar como tú... —se rieron aún más y me giré con una mirada amenazante para hacerlas callar, eso no sirvió de nada— Elliot cariño, te quedas a cargo de la casa.

—¿A dónde vas? —pregunté extrañado. De normal no salía si venia visita, y mucho menos si esa visita era Ember.

—Tengo una cita —la cara se me cambió sola, y Ember reprimió una carcajada— no te me pongas así, tienes que aceptarlo.

—¿Es guapo? —saltó Ember curiosa.

—Guapo es poco, es como un dios griego...

—Un dios griego con mucha cirugía plástica —mi comentario desvió la mirada enamoradiza de mi madre hacia mí.

—Esta celoso, ignóralo —le susurró a Ember y yo chasqué la lengua irritado— ¡no me esperes despierto! —y dio un portazo.

—Vaya, me dijiste que estaba deprimida.

—Se ha recuperado gracias a ese tío —Ember se sentó a mi lado.

—¿Quieres que me quede como acompañante de televisión? —sonreí al recordar como de niños estábamos horas mirando películas malas juntos.

—Voy a ir a una fiesta —admito que lo solté como algo casual, pero en tono orgulloso,  no pude hacer nada para remediar como me sentía.

—¿Estas de coña? —Ember sonreía divertida mientras se toqueteaba el pelo.

—No, es verdad —se rió, y mucho.

—Vaya, el pequeño Elliot por fin se ha dado cuenta que hay algo en el exterior de su cueva —se levantó de golpe— vamos a arreglarnos, ¿a qué hora es la fiesta?

"Lo ha malentendido."

—Voy a ir con Owen —su expresión se congeló.

—¿Ha sido idea suya? —asentí y ella resopló.

—Puedes venir, pero tendrás que estar con él también.

—Bueno, lo ignoraré y ya está —se abalanzó sobre mi mientras refregaba su cara contra la mía— ¡hace tanto que quiero irme de fiesta contigo!

Sin duda, no ha cambiado, sigue siendo igual de pegajosa.

—Sí, sí, pero hasta las once no vamos a ningún sitio —asintió contenta y se apartó mientras tarareaba. 


*Ya hemos llegado a las mil visitas!!! Wiiiiiiiiii  \(>.<)/ Muchas gracias por leer, de verdad, estoy super feliz de ver que hay personitas geniales que les gusta lo que escribo ^^ Mañana haré el capítulo más largo <3 (es mi manera de celebrarlo :D) Un abrazo muy grande y ya no os molesto más con vuestra lectura :3  Bye!*


ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora