Día 53

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Después de estar toda la mañana releyendo las páginas del caso, me tumbé en la cama cansado.

"Según esto, Alice solo ha dicho que fue una única persona quien la secuestro, una mujer, pero a mí me ha dicho que fueron dos..."

¿Alice me había mentido? No tiene por qué... ¿Quizás Alice todavía estaba demasiado afectada?

Di vueltas en la cama.

—¿Elliot? —era mamá. Mierda.

Metí tan rápido como pude la carpeta con la información debajo de mi cama.

—Pasa —entró y yo me puse en la postura más casual que pude.

—¿No vas a salir hoy? —abrió la puerta cargada con una bandeja con un pastel y un vaso de leche.

—Eh... no, no me apetece —se sentó en mi cama y me tendió la bandeja. Hacía tanto que no cocinaba que su bizcocho me había dejado sin que decir— ¿lo has hecho tú?

—Sí, ¿impresionado?

—Más que impresionado, feliz —como me encantaban los dulces que preparaba...

—Podrías llevarle un poco a Ember o a Owen, he hecho demasiado... —y no exageraba. Era un pastel tan enorme que poco faltaba para que no cupiera en el plato.

—Tengo que hablar con Owen, así que me acercaré a su casa a llevárselo.

—Elliot... —dijo levantándose con cara lastimera.

—Volveré antes de las diez seguro, es solo un momento —sonrió y le di un beso en la mejilla antes de irme corriendo con una porción de pastel en la mano.

"Podría haber ido también a hablar con Ember... pero no sé porque, no tengo ganas de verla."

Suspiré mientras me dejaba llevar por el vaivén del autobús.


Era un milagro que por suerte su madre me diera su dirección por si quería volver para una revisión, porque la verdad es que no me acordaba donde vivía Owen.

Piqué varias veces. Quien abrió la puerta fue la madre para mi sorpresa.

—Vaya, hola Elliot.

—Hola, he venido a ver a Owen, he traído pastel —se le iluminó la cara y me dejó pasar.

—Owen esta en casa de su primo pasando el fin de semana, pero tranquilo, se lo diré —asentí algo desanimado.

—Si eso lo llamaré luego...

—¡No! —gritó y yo no supe que había hecho mal— lo siento, es que, bueno, Owen no tiene móvil...

—¿Esta bien? —le pregunté fijándome en su sonrisa forzada y en el temblor de sus piernas.

—No... la verdad es que no —dejó de sonreír y la seguí al salón.

Se sentó en una silla y se pasó las manos por la cara.

"Supongo que eso de ser enfermera es estresante."

—En realidad Owen no está en casa de su primo —me senté con curiosidad en la silla de enfrente— ¿eres su amigo, no?

—Sí, yo lo considero a él un amigo —unos de los pocos que tengo.

—Bien, entonces creo que tendrías que saberlo, aunque quizás debería decírtelo él... —la mujer se veía demacrada y hundida, me recordaba a mi madre en ese momento.

—¿Puede contármelo por favor? —sus ojos me miraron vidriosos, eran iguales que los de Owen en la fiesta cuando me fui.

—Owen sufre de trastorno bipolar —la noticia no me golpeo tan fuerte como creía. Desde hacía tiempo sospechaba que su actitud era extraña, pero esto era mucho más duro que lo que me esperaba.

Me quede en silencio sin saber que contestar a esa declaración.

—Nos dimos cuenta cuando cumplió los once años, fue muy difícil afrontar eso —no sabía mucho del trastorno, pero se podía leer en la cara de la madre que eso no solo afectaba a Owen, su madre estaba siendo tragada también por eso a pesar de no padecerla.

—¿Pero existen medicamentos que pueden parar eso? —asintió entre suspiros.

—Sí que hay, pero solo controlan los estados de ánimo, no la erradican, y tienen efectos secundarios que dejan confundido a quien las tome —cerró los ojos mientras el silencio volvió a la conversación.

—¿Owen no se medica?

—Creía que sí, por eso estos últimos años he estado más despreocupada por él, pensaba que todo estaba controlado —las lágrimas salían una tras de otra—, pero con lo de Harper... las pastillas le hacían tener pesadillas e insomnio, decidió no tomarlas.

—¿Usted lo sabía?

—Me enteré hace dos días, cuando lo llevé al hospital a ingresarlo —por poco se me para el corazón al escuchar eso. Estaba totalmente asustado, triste, furioso... sentía tantas cosas.

"¿Fue porque lo deje solo en la fiesta?"

—Ahora está más estable, dicen que el lunes le darán el alta si continua igual —mis ojos desenfocaban todo. Tan solo recordaba como lo había dejado atrás a pesar de su estado.

—¿E...estaba muy mal?

—Con depresión,  pero nunca ha hecho nada... bueno, nunca ha intentado acabar con su vida, así que puedes estar tranquilo —como lo decía, con tanta naturalidad, me puso los pelos de punta.

—Yo cuidaré también de él —dije de repente.

—Gracias, pero con tal de estar a su lado me basta —me sonrió y se limpió la cara. No tardó nada en volver a poner su sonrisa de mentira.

"¿Cómo puede ser tan fuerte?"

Por un momento, imaginé a mi madre comportándose como ella, pero las piezas no encajaban y solo se quedó en una mera ilusión muy lejana a hacerse verdad. 

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora