Otro miércoles sin mi padre. Que felicidad.
Hoy iba a visitar de nuevo a Alice, y por suerte me acompañarían Owen y Ember. Eso me aliviaba.
—¡Enanooo! —la voz chillona de Ember me dirigió hacia su camioneta en la salida del instituto. Cambió de cara al ver a Owen que iba detrás de mi.
—¿Y este? —me hacía gracia que no reprimiera su disgusto al verlo.
—Owen va a venir —nos miró confundido por nuestros susurros.
—Es mi camioneta —me dijo molesta.
—Por favor —le supliqué. Gruñó e hizo un gesto con la cabeza para que nos subiéramos.
—Hola —dijo Owen contento. Nadie le respondió, y eso hizo que me mirara con la cabeza agachada mientras yo me reía por dentro por la situación.
En el hospital los nervios me mataban. Cuando fui antes de ayer ni siquiera pensé donde estaba entrando. Esta vez era consciente de que me estaba metiendo en la boca del lobo, mi mayor miedo desde niño.
—¿Estas bien? —me dijo Ember cogiéndome de la muñeca. Ella sabía mi temor hacia los hospitales.
—No, creo que no —me detuve y mire el edificio. Quizás era por el ambiente que había, por las prisas de los médicos y enfermeros, o las personas tristes y deprimidas de estar allí, pero odiaba ir a un hospital.
—¿Entramos? —dijo Owen animado. En ese momento hubiera jurado que Ember por poco me da la mano.
—Sí, claro —me hice el valiente.
En cuanto puse un pie dentro me agobié. Noté el sudor de mi frente, todo me daba vueltas.
—Voy a preguntar dónde está su habitación —me dijo Ember mientras me acariciaba de arriba abajo la espalda, como si fuera un niño.
—Espera... —no quería que me dejara, pero la voz no me salió.
—¿Te encuentras mal? —notaba los ojos de Owen en mí, pero no sabía de donde venía su voz.
—Quizás, tengo un problema con los hospitales... —una arcada me vino.
—Ey, ey, tranquilo, solo será un momento —me sujetó de la espalda como había hecho Ember desde que llegamos y nos sentamos en unas sillas que había en recepción. Odiaba depender tanto de la gente.
—Estoy bien... —lo aparté de mi incómodo.
—Como tú digas, pero no vomites ¿eh? —se burló y no pude evitar sonreír y preguntarme que le había pasado el fin de semana para estar tan deprimido.
—Está en la habitación 38, pero dicen que solo pueden entrar familiares —dijo Ember—, oye, ¿te sientes peor? —negué con la cabeza.
—Vamos a la habitación —los dos me miraron confundidos.
—Solo pueden entrar familiares, ¿no me has escuchado? —me levanté tambaleándome.
—Quizás pueda hablar con sus padres... —Owen fue a sostenerme pero Ember se adelantó— puedo andar solo.
—Ya, dirías lo mismo aunque te estuvieras arrastrando por el suelo —Owen rió pero Ember lo volvió a ignorar. Sonreí sin poder evitarlo.
Encontramos la habitación, y efectivamente allí estaban, una mujer bajita y regordeta con las mejillas rosadas y un hombre calvo y muy alto.
—Hola —me concentré en la conversación.
—Hola, ¿sois amigos de Alice? —preguntó la mujer con mala cara. Supongo que lo que hicieron sus "amigas" no le pareció muy bien.
—No, bueno, solo yo, me llamo Elliot —tendí la mano al aire. Estuve esperando unos segundos preguntándome si había hecho lo correcto.
—¡Ah, Elliot! —la mujer asintió contenta y me dio las dos manos sacudiéndome con fuerza. El hombre solo sonrió— Alice estaba muy tonta contigo últimamente —dijo la mujer riéndose—, es lo que tiene esta edad... —miro por la ventana de la puerta, Alice se encontraba dentro de la habitación durmiendo.
—Solo quería pasarme para saber que tal esta —los dos decayeron a la vez, su reacción me hacía entender que amaban a Alice.
—Está mejor, cuando la encontraron en la calle llorando y desorientada estaba muy asustada... — la mujer se mantenía firme hablando, mientras el hombre le abrazaba por detrás, como si supiera que en realidad estaba sufriendo al hablar del tema.
—¿No han encontrado a quien le hizo esto? —pregunté irritado.
—No, Alice se escapó... no sabemos exactamente que le hicieron, pero no habla desde que la encontramos, ni siquiera es capaz de mirarnos —estalló a llorar, todavía con la cara seria y sin temblar. No pregunte más y nos fuimos de allí, decaídos.
—Esperaremos hasta que se calmen las cosas, tenemos que hablar con Alice —dije olvidándome de mi mal estar.
—Oye, esperad un momento... —nos giramos al ver que Ember se detenía en mitad del pasillo— ¿no creéis que esto no es asunto vuestro? —puso los brazos en jarra, eso indicaba que sería difícil llevarle la contraria.
—Lo mío es personal —Owen respondió inmediatamente.
—Yo quiero saber quién le ha hecho esto —Ember camino hacia mi muy enfadada. A pesar de que éramos de la misma altura me sentía pequeño e inútil a su lado, y más si estaba de mal humor.
—¡Esto no es un maldito juego! —me regañó y las enfermeras nos fulminaron con la mirada. Entonces me volvió a coger de la muñeca y me saco a rastras del hospital— ¡Elliot, es peligroso! —no paraba de mover los brazos alterada —¿no ves cómo esta tu amiga? No esperaba que todo esto fuera tan problemático...
—Quiero saber que ha pasado, quiero averiguarlo yo —me empujó hacia atrás.
—¡¿Porque coño quieres saberlo?! ¿Te aburres? ¿Te parece entretenido? —desvié la mirada. No sabía la respuesta.
—Ya basta —Owen se puso delante mío interrumpiendo la discusión.
—¡¿Y tú que pintas aquí? ¿Es que te parece normal lo que está haciendo? mejor dicho, lo que estáis haciendo! —ahora su rabia la dirigía hacia Owen.
—Me está ayudando, y veo normal que quiera saber que le pasó a su amiga —bufó y se dio media vuelta.
—Sois gilipollas... —dando zancadas se subió a la furgoneta y arrancó. No le dijimos nada, tan solo nos quedamos mirando cómo se iba.
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Elliot
Teen FictionSupongo que debo presentarme, seré lo mas breve posible: lo que explico es solo para entreteneros, fin. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¿en serio? *Este es el día a día de un extraño chico llamado Elliot. Leyendo este libro iréis conociéndolo má...