Día 57

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Después del desayuno me fui corriendo a ver a Ember, sabía gracias a los días que había estado con ella que nunca dormía bien, y que por eso se levantaba siempre a las siete o incluso más pronto (excepto los días que bebía y tenía resaca).

Me encantaba pasear por la ciudad y no ver a nadie, era una sensación parecida a dar un paseo bajo la lluvia. No es que lo haga a menudo pero es una de las pocas cosas que me gustan de los días lluviosos.


Llegué y piqué algo nervioso. Le había mandado un mensaje antes para avisar, me había dicho que sí de una forma algo extraña, llena de emoticonos y hahaha, pero bueno.

—¡Holaaaa! —dijo con voz aguda desde el otro lado de la puerta. Algo estaba mal.

—Hola, ¿me abres o no? —abrió la puerta de golpe y se abalanzó sobre mí. Me besó pero no sin antes darme un cabezazo en la frente.

—¡¿P-Pero que haces?! —la aparté totalmente sorprendido. Su sabor de alcohol no me lo quitaba de la boca.

—¿No te ha gustado...? —sin saber que responder cerré los ojos y suspiré. Quería huir de esta escena, me daba igual ahora hablar con ella o no.

—Vale, a ver, mejor hablamos mas tarde, ¿te parece?

—Nooo... —sollozó enganchándose de nuevo en mí.

—Ember, te prometo que te llamaré nada más salir del instituto para quedar —me besó de nuevo— ¡para ya!

—¿No te gusto? —sacudí la cabeza exasperado.

—Mejor lo hablamos cuando no estés borracha, por cierto, ¿Qué haces bebiendo a estas horas? —un leve recuerdo a mi padre hizo que mirara con desprecio a Ember.

—Por culpa de cosas... —se tambaleó y me miró desde abajo a pesar de tener la misma altura.

—¿Qué cosas? ¿Estás bien? —no contestó— ¿Ember?

—Facturas, son una mierda —Ember se había independizado hace un año o así, nada más cumplir los dieciocho. A pesar de eso, la típica irresponsabilidad de los adolescentes todavía la seguía arrastrando.

—Estoy seguro que podremos buscar una manera de solucionar eso —le sonreí y ella me miró sin decir nada.

—¿No vas a preguntar porque te he besado? —su voz sonaba menos dubitativa y más directa.

—¿Te refieres ahora? —dije pensando también en la fiesta.

—Nah, déjalo, me duele la cabeza —y con un suspiro cerró la puerta.

"No sé qué le pasa, pero parecía triste."


Después del instituto vi a Owen en la entrada esperándome.

—¿Preparado? —asentí sin saber muy bien si Alice estaría contenta de verme de nuevo. Quizás ya le parecía pesado...

—¡Espera! Joder... —rebusqué en la mochila deseando que no se me hubiera olvidado.

—¿Pasa algo? —Owen se acercó y me miró expectante.

—Los documentos que me dio Richard, podríamos enseñárselos a Alice —la idea nos pareció buena, así que fuimos rápido a mi casa.

—¿No hay nadie?

—No, mi madre está trabajando —fui a mi habitación a recoger la carpeta. Al pasar vi en la cama de mi madre a Richard, estaba medio desnudo y roncando.

"Qué asco de tío... me gustaba más Watermelon."

—Ya nos podemos ir... —fui al salón y me encontré a Owen agachado con la oreja pegada en el suelo— ¿Qué haces?

—He escuchado algo, ¿tienes sótano? —negué con la cabeza y me agaché para hacer lo mismo que él.

Efectivamente se escuchaba algo, como si alguien estuviera golpeando una pared.

—Tío, si eso no es un sótano es que tu casa se va a venir abajo —me levanté ignorándolo y mirando a mi alrededor sin entender que era eso.

Me fijé en la moqueta deteriorada del pasillo, una punta de donde comenzaba la moqueta estaba levantada y dejaba ver un triángulo sin polvo más limpio que el resto del suelo.

—Ayúdame a levantar esto.

—Pero que nos vamos a cargar la moqueta —y sin su ayuda levanté la moqueta como si fuera una simple alfombra. Había una trampilla.

—Pues sí que tienes sótano —no respondí a lo obvio.

Abrí la trampilla y bajamos por las escaleras. Apenas podíamos ver algo con la oscuridad.

—Y es un sótano grande... —había mucho polvo y algunas telarañas colgando por los huecos de la escalera metálica. Distinguimos que en la habitación solamente había estanterías con cajas apiladas y objetos que se veían viejos.

—Mi madre nunca me había dicho que teníamos esto —me acerqué a una chaqueta que estaba colgada y pude reconocer que era de papá, y supuse que todas las cosas de allí eran de él.

—Bueno, ¿nos vamos ya? —Owen estaba aburrido y empezó a silbar.

—¿Has oído eso? —ahora el golpe se escuchaba más. Se estaba repitiendo.

—¿No será la lavadora?

—Ya tenemos una arriba, y por el polvo mi madre no suele bajar aquí —seguí el ruido con Owen detrás. Y allí encontramos a la causante.

—¿Qué...? —no podíamos formular una frase. Delante nuestro atada a un pilar de madera y con cinta americana en la boca estaba Lilly, la chica desaparecida.


*IMPORTANTE: Tengo una noticia algo mala v.v, estas tres semanas que vienen no sé si podré subir capítulos (sip... es muuuuucho tiempo ^^"), ya que estaré en un sitio perdido entre las montañas sin internet! \(·w·)/ Lo sé, lo sé, no me matéis por dejar la historia así, pero os prometo que intentaré subir capítulo aunque sea colándome en las casas (ok, tanto no, pero sí que buscare sitios con wifi como si no hubiera un mañana :P)

SORRY!!! <3 <3*

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora