El grito de mi madre me despertó. Lo siguiente fue el portazo al entrar en mi habitación.
—¡Elliot, ha venido tu amigo! —me tapé con las sabanas. Sonaba emocionada, supongo que es porque nunca he hablado con ella de ningún amigo que no sea el que tengo en Nueva York. Además de que sospechaba que fuera mentira y que me lo inventara para no preocuparla de mi poca sociabilización.
—Hola... —la voz incomoda de Owen me espabiló por completo ¡¿qué hacía en mi habitación?!
—Como te he dicho, le cuesta levantarse un mundo... —quité las sabanas de mi cara. Mi madre me miraba contenta, parecía a punto de ponerse a pegar saltitos de la ilusión que le daba conocer a un "amigo" de su hijo. En cambio Owen no sabía muy bien que hacer.
—¿Qué haces aquí? —le pregunté malhumorado.
—Mi madre tiene el turno de noche, así que me ha dicho que fuera a buscarte para ver como estabas hoy —bufé pensando en lo pesada que era esa señora pelo zanahoria—, me hubiera gustado avisar antes, pero no tengo tu número...
—¡Eso lo soluciono yo! —mi madre lo cogió del brazo y se lo llevó fuera de mi habitación—, mi Elliot es muy ordenado, nunca deja su teléfono por ahí como yo... —pude escuchar cómo iba hablando sola.
"Esto es muy vergonzoso... ¿no puede ser más silenciosa y tranquila?"
—Tu madre es muy agradable —rió por su propio comentario. Yo no sabía si ofenderme o darle la razón. Miré hacia atrás recordándola, se me hacía raro dejar mi casa un domingo. Aunque el cielo despejado y la poca gente en la calle se me hizo un paseo agradable.
—Sí, bueno, es como una hermana pequeña más que una madre —Owen me miró confuso— es difícil de explicar... —asintió y me apartó suavemente del lado de la acera que está más cerca de la carretera. Me sonrió y yo me quede con cara de idiota.
"¿Que se cree? ¿qué me voy a tirar a que me atropelle un coche o algo?"
—¿Y cómo te encuentras hoy? —ahora estaba mejor que la otra vez que hablamos, no estaba tan deprimido. Igualmente su comportamiento era raro.
—Mejor, me sigue doliendo todo pero supongo que es normal —asintió con la cabeza y se pasó la mano por su pelo, hacía mucho ese gesto, a pesar de que tiene el pelo corto y liso, siempre impecable.
—Oye... —parecía nervioso—, ¿Quién era el hombre que te pegó?
Mierda, lo vio.
—No lo sé —clavé la mirada en el suelo. Jamás le había contado a nadie nuestra situación, mamá tampoco se lo decía a nadie. Era una especie de secreto que guardábamos para no empeorar nuestra categoría social, en nuestro barrio nos llamaban "los vecinos de la peste", y desde que tengo memoria las mayoría de amigas de mamá al enterarse de esto se van alejando.
—Oye, sabes que me puedes explicar lo que sea, ¿no? —lo miré extrañado. Entonces en sus ojos de un color verde azulado pude ver la sospecha. Él sabía que yo tenía más información sobre lo que le pasó a su novia. Tenía que ser eso. Esa amabilidad nunca la había expresado en todos estos años, ¿por qué ahora?
—Ya te lo he dicho, no sé quién me pegó —con el corazón a cien, caminé más rápido.
"Quiero borrar lo que pasó de mi cabeza, pero con él cerca es imposible."
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Elliot
Teen FictionSupongo que debo presentarme, seré lo mas breve posible: lo que explico es solo para entreteneros, fin. ¿No tenéis nada mejor que hacer? ¿en serio? *Este es el día a día de un extraño chico llamado Elliot. Leyendo este libro iréis conociéndolo má...