Día 48

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Owen ahora me esperaba por las mañanas en frente de mi casa. Su radiante ánimo me despertaba y me contagiaba algo de positividad para pasar el día.

—Espero que el examen me haya ido bien... —dijo cruzando los dedos.

—Te copiaste de mí, seguramente habrás aprobado —sonrío y me alborotó el pelo.

—Deja de ser tan engreído, yo te podría ayudar en gimnasia —dijo orgulloso marcando musculo.

—No hace falta, se me da más o menos bien —puso los ojos en blanco.

—¿Hay algo que se te de mal? —pensé seriamente en su pregunta— da igual, prefiero no saberlo.


Esta tarde había quedado con Owen para hablar con su primo Smith, a ver si podíamos sacarle algo.

Iba pensando en eso en la salida cuando mi madre apareció otra vez en el instituto.

—¿Qué haces aquí? —se puso una mano en la boca intentando no reírse.

—¿No te acuerdas? —¿Una reunión de padres? Imposible, nunca vendría a una— mira, ya está aquí, ¡Richard!

Me giré y vi a un hombre joven viniendo hacia nosotros. Me sonaba de haberlo visto alguna vez en los pasillos del instituto.

—Hola, cariño —besó a mi madre y eso me dejo petrificado.

"Pero... ¿Qué hace con su vida? Mi madre le sacara más de diez años seguro."

—Elliot, este es Richard —me guiñó el ojo—, ya sabes, el hombre perfecto 2.

Asentí con la cabeza. Iba bien vestido, con un reluciente peinado acompañado de veinte quilos de gomina y una sonrisa juvenil.

"Es un Ken mire por donde lo mire, y mi madre se aleja demasiado del estereotipo de Barbie."

—Un placer conocerte por fin, Elliot —me tendió la mano y se la di.

—Supongo que sí.


Estábamos los tres sentados en la mesa comiendo una deliciosa comida china que mamá había encargado. La idea que podría ser el asesino no se me iba de la cabeza, cumplía los requisitos; fácil acceso al instituto, sin barba, con pintas de rico, y alto.

—Y bien, ¿de que trabajas? —pregunté tanteando el territorio mientras jugaba con la pasta.

—Por ahora de nada, pero seré futuro profesor en tu instituto, o eso espero —mi madre lo miraba como si fuera una especie de Dios, me daba arcadas.

—Que bien, ¿y te gustan los estudiantes que hay? —lo miré con la intención de que entendiera a donde quería llegar. Pero solo se rió.

—Claro, por ahora puedo presumir de que creo que estoy siendo bastante popular —su estúpida sonrisa me reventó.

—A pesar de que puedes ser un asesino.

—¡Elliot! —mi madre me chilló, no esperaba menos.

—No pasa nada, Margaret —mi madre lo miro babeando prácticamente y se tranquilizó de inmediato—, puedes estar tranquilo Elliot, ningún profesor es sospechoso.

—Como ha dicho usted, no es profesor todavía —sentía la mirada fulminante de mi madre, pero la ignoraba y solo me centraba en los ojos oscuros y azules que me perturbaban.

—Creen que es alguien que no tiene nada que ver con el instituto —eso no tenía sentido.

—Lo siento Richard, Elliot está obsesionado desde que su amiga está implicada —ahora fui yo quien la miró lleno de ira.

—No pasa nada, ya estoy enterado de eso —le dio la mano a mi madre y me sonrió— si quieres puedo ayudarte, sé que es duro el cambio por el que estás pasando.

"Este tío me da asco."

—¿Sabes algo? —pregunté con desinterés mientras comenzaba a comer de nuevo.

—No he preguntado, pero tengo conocidos que podrían proporcionarme la información —eso quizás me gustaba más.

—¿Documentos de verdad?

—¿No te vale con mi palabra? —rió con mi madre a pesar de la tensión del ambiente.

—Prefiero leerlo sin inmiscuir a nadie en el tema —asintió.

—Entonces tenemos un acuerdo de paz ¿no? —bebió de su copa de vino recién comparado.

—Por ahora —no hable más durante la comida, y decidí ignorar a ese tipo durante el resto de mi vida hasta que me viera forzado por la investigación.

"Después mi madre me va a castigar por primera vez en años... eso seguro." 

ElliotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora