Historias cortas.

Una cena de recuerdos.

Un pesimo nombre pero no se me ocurre otro XD.

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Naruto Uzumaki, dueño de una de las más grandes cadenas de negocios internacionales, con sus veintiséis años, seguía siendo un acaudalado soltero que volvía locos a chicas y chicos de varias edades. Sin embargo, como ya explicamos, no hay quien logre dominar a la bestia.

Al llegar al restaurante le entregó las llaves al joven y le regaló de paso unos billetes para que no se le olvidara lo especial que debía ser el trato de ese auto. Las puertas se abrieron gracias a los hombres que recibían a las personas, conociéndole bien, no necesitó llegar a recepción, simplemente lo guiaron hasta donde esperaba su fiel amiga de toda la vida: Sakura.

Era una simple cena de recuerdo, la cual ya había postergado muchas veces por cuestiones laborales, sin embargo, la chica era de fácil enojo por lo que se auto-obligó a hacerse un espacio entre sus planes.

Era importante, le había dicho.

Sakura Haruno pasaba a ser toda una Uchiha, sí señor.

Se había casado.

Naruto hace mucho tiempo que la había superado, incluso le buscaba pareja de vez en cuando, el problema radicaba en que aquel apellido le era familiar. Si mal no recordaba, él tuvo algunos quereres cuando joven con un chico apellidado Uchiha. Pero no importaba, eran muchos ¿no? Podría ser cualquiera, pensó.

-Su mesa, señor Uzumaki. Con permiso. –avisó el hombre en cuanto lo acercó con su amiga.

-¡Naruto! –la chica se levantó presurosa y se le colgó al cuello igual a cuando eran niños.

-¡Sakura! ¡Te ves hermosa, dattebayo! –le dijo luego de echarle un vistazo rápido.

-Gracias. –dijo apenada. –Tú también te has puesto muy atractivo, la edad te sienta bien.

-Oye, no estoy viejo. –replicó infantilmente.

-No, claro que no... ¡Oh! –la chica se giró un poco y tomó una mano grande, delgada y pálida. –Te presento a mi esposo, -el chico se puso de pie y ambos se miraron a los ojos. –Él es Uchiha...

-Sasuke. –terminó por pronunciar su nombre mientras dejaba que la boca se le abriera un poco de la impresión.

-Argh... mas, más, más profundo... oh... si... -las embestidas daban en los lugares justos, su cuerpo se convulsionaba por el placer de los roces. Naruto se deleitaba tanto por la vista como por el sabor de aquel sudor de su cuello níveo y de los besos húmedos que le regalaba entre embestidas.

-¡Naruto! –le chasqueó los dedos frente a sus ojos.

-¡¿Qué?! –reaccionó parpadeando pero su mirada regresó a verlo.

-¿Qué si ya lo conoces de algún lado?

-Yo... yo... yo... -no podía dejar de verlo, sus ojos rasgados, sus pupilas negras, seductoras, misteriosas. –Yo... yo... -eran pupilas de gato.

-Déjalo, le tomara un tiempo carburar. –dijo Sasuke después de una leve risilla socarrona mientras regresaba a su asiento.

-¿Tu lo conocías de algún lado, amor? –le preguntó la de ojos verdes tomando asiento a su lado.

-¡Eres Sasuke! –le gritó Naruto apuntándole con el dedo.

-Naruto... -le habló Sakura entre dientes. –Todos te están viendo...