En honor al día de muertos

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Estaba muy a gusto trabajando en lo que daría de terapia mañana y me acordé que sí hice algo para el día de muertos, siento mucho subirlo hasta estas horas. Les agradezco mucho sus mensajes de apoyo que recibo en privado y en mi perfil o muro como se llame aquí en wattpad, de verdad estoy agradecida con Dios y ustedes por esta nueva familia que no me merezco del todo. Un abrazo y espero que todos los que hagan hoy este festejo, encuentren el cariño que añoren de sus seres del cielo. 

Esta vez, quise hacer algo con un hecho importante aquí en Guadalajara, Jalisco, para celebrar de verdad este día. Espero que les guste. 

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A las nueve con cuarenta y tres minutos del día 22 de abril, Naruto recibió un mensaje en su celular. Dejó incluso la pluma sobre el escritorio y se acomodó mejor en el asiento de reuniones mientras lo abría de inmediato, era de Sasuke, le prometía un plato caliente de ramen al llegar a casa. Ah, y que no olvidara pasar por el frasco de vitaminas, (su hijo estaba ya casi saliendo de un fuerte resfriado). Sonrió y al cerrar la aplicación, la foto de ellos tres, tomada por su amiga en una fiesta, apareció.

A las diez con veintitrés, el aroma a gas se esparció por toda la calle, pero no les afectó más que el calor que hacía ese día y ya estaban acostumbrándose, de hecho.

-¿Mami, ya viene papá?

-Sale de trabajar a las cinco, ya te lo dije. –le repitió mientras limpiaba la mesa.

-¿Y cenamos todos juntos?

-Sí, como siempre. –le miró unos segundos, Menma, su hijo, llevaba la nariz húmeda aun y el suéter estaba mal abotonado, también su agujeta, pero era normal, apenas estaba aprendiendo a hacerlo por su cuenta. -¿No deberías estar descansando? –le dijo mientras doblaba una rodilla y le abotonaba el suéter de lana. –Yo tengo que trabajar en la oficina, Menma.

-Me da miedo estar solito. –se dejaba vestir con la confianza plena de un hijo.

-No estás solo, estoy aquí. –le restó importancia ahora atando su agujeta de manera correcta, su hijo alzó el pie y sin cuidado lo subió sobre la pierna del mayor, acostumbrado a no tener de todo limpio su guardarropa desde que el niño llegó a su vida.

-Pero cuando trabajas, parece que no, estás todo... todo callado. –se quejó.

-El silencio no es malo.

-No me gusta, porque... -un dedo le cubrió sus labios.

-Menma, incluso si no puedes verme un día, no quiere decir que no estoy contigo. Mamá siempre está contigo, te lo prometo. –le reconfortó y con un solo brazo lo cargó hasta llevarlo a la habitación matrimonial, donde había televisión. De paso a eso, recogía juguetes y dibujos hechos por el infante. –Ahora, te quedas aquí. –lo dejó sobre la cama y no le dio importancia a que el niño se frotara contra la almohada de su padre, total, él hacía lo mismo. –Y esperas a que llegue papá.

-Sí. –aceptó de mala y al respirar, hizo un ruidillo por su nariz aun húmeda. Se frotó con la manga y recibió un golpecito leve en la frente.

-Usa un pañuelo, Menma, no tu ropa. –le limpió él mismo. –Ahora, estaré en la oficina, no te bajes, ya comiste, ponte a ver la televisión. –tardaba tanto en irse, el rostro afligido del niño mimado no le permitía ser estricto, aunque el deber laboral también le estaba presionando. Encendió la televisión y le entregó el control remoto a su hijo. –Cuando llegue papá, cenaremos ¿de acuerdo?

-Sí. –se dejó caer en las almohadas.

Así bajó, presuroso y obligado, el Uchiha, miró las escaleras una vez más y al suspirar captó un olorcillo extraño, revisó la estufa pero estaba completamente apagada. El celular sonó.

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