Elegido

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¡Maldito!

¡Impuro!

¡Sucio!

¡Escoria!

¡No merece estar entre nosotros!


¡No merece vernos a los ojos!


:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: Parte 1 :::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::El elegido del dios:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::

-... y tampoco debes estar observando a los cielos como muchacha enamorada...

-... Si...

-Eres un joven, Sasuke. -sus manos dulces acariciaron sus mejillas pálidas.-Es tiempo que te vayas formando como un buen prospecto para las señoritas.

-Madre. No quiero casarme.

-¡Que no te escuchen decir semejante irracionalidad! -le regañó perdiendo los estribos por unos momentos. -Sasuke... debes unirte a una mujer, hacer familia, dar herencia al clan Uchiha.

El muchacho solo pujó resignado a su destino y se dejó besar la frente por su bella madre. Luego de despedirse, caminó rumbo a la aldea, bajando la colina.

Desde su hogar podía apreciar todo el lugar, la aldea escondida en medio del enorme bosque y mirando más lejos, los tres lagos que lo custodiaban, brillando tan claramente que el cielo se reflejaba en ellos. No se le tenía permitido ir. Debía convertirse en un hombre primero pero para eso debía debutar con alguna mujer y no le atraía la idea de acostarse con alguien sin un sentimiento de por medio.

El lago tendría que esperar...

El camino era tranquilo y apreciaba constantemente el canto de las aves. Aunque días como hoy se escondían porque su mejor amigo, el halcón, volaba en amplios círculos sobre todo su terreno. Sasuke sonrió contento cuando lo escuchó llamarle y se quitó las sandalias para correr cuesta abajo con la sombra del animal alado guiándole. Sus dedos de los pies acariciaban el pastizal verde, la tierra llena de lodo y cuando ya estaba por llegar a las fronteras de la aldea se dejaba caer al suelo respirando agitadamente mientras observaba con una punzada de celos al halcón huir lejos de toda atadura.

-Regresa pronto... -le rogó alzando la mano para cubrir su vista de los rayos de sol.

En la aldea, ya con las sandalias puestas, estuvo caminando de puesto en puesto, debía encontrar un regalo apropiado para su madre, pronto seria su aniversario de nacimiento y quería darle una sorpresa a la mujer más especial de su vida -aunque no es como si tuviese muchas mujeres en su vida--, sus ojos observaban las telas finas, las canastas, los sombreros, nada le parecía del nivel de tan distinguida mujer.

En su yukata colgaba a la altura de la cintura su costalito de monedas, las suficientes para cualquier lujo pero solo serian gastadas en el detalle más precioso que pudiese encontrar.

-¿Qué te parecen estos collares? Son perlas del mar... -le ofrecía una mujer mientras extendía frente a sus ojos una tira llena de mini perlitas perforadas con una conchita en el centro de la fila. A Sasuke le brillaron los ojos y luego de unos minutos ya estaba subiendo aquella colina con su regalo en mano, admirando su perfecta composición blanca.

-¡Atrápalo! ¡No dejes que se vaya!

-¡Toma!

Lo suficientemente cerca para ir tras ellos. Sasuke se encaminó en una vía contraria al de su hogar y se adentró en la espesura encontrándose con un par de niños acorralando y pateando a un zorro que daba todo por defenderse.

Historias cortas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora