Se trata de sobrevivir

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Esta historia fomenta la cultura de violación que existe en nuestra sociedad. Intentaré buscar una manera de desviarlo a algo sano, si no puedo, la cancelaré. 

La violación no es bonita, quien viola, no ama. 


Le dieron un papelito con la punta mojada de algo, sus ojos oscuros observaron al sujeto que hace un rato le había recibido sus zapatos, camisa, pantalón, fajo, billetera, celular... ahora tenía el cabello goteando pero duda en que haya sido él mismo quien mojara su único pase para recoger las cosas... si alguna vez lograba salir de ahí.

Le dolía la nariz y el tabique, culpa a los guardias que seguían viéndolo con placer disimulado pues ellos habían apuntado con la manguera directo a su rostro. Caminó con el pantalón holgado, pisándolo a propósito para no ensuciarse del todo sus pies. Lo guiaron por dos pasillos, uno conectado con el otro al doblar a la izquierda.

Hedía a orina, cigarro y aliento de alguien que acaba de despertar y tiene halitosis.

Las manos se salían de entre los barrotes buscando alcanzarlo, le llamaron carne fresca y él sabía porqué lo decían, sin embargo, no los miró siquiera. Fue llevado hasta la celda, vio el número pero no supo determinar si aquello escrito con crayón negro era un uno o un siete... algún mal oficial sin primaria siquiera. No es sorpresa que los haya.

-Tienes un compañero...

-Vaya, vaya... -un sujeto de cabello oscuro bajó el libro que estaba leyendo y mostró una sonrisa corta mientras lo revisaba de pies a cabeza y de regreso.

-Entra ahí. –la celda se azotó detrás de él, tan cerca que usó su autocontrol para no saltar por el susto. Le miró por sobre el hombro, el guardia debía tener su nombre en una plaquita dorada que Sasuke ya se había encargado de quitarle en el transcurso de "su ducha" de bienvenida. Ahora solo necesitaba el otro nombre de su compañero. Sakura vendría en unos días y los pondría en su lugar.

-¿Cuál es tu nombre, tu edad, tu preferencia sexual y la razón de que te metieran aquí? –soltó de repente el otro sujeto, así que solo alzó una ceja escéptico de la conducta que mostraba. Bueno, debía ser algo agradecido, a primera instancia, no le había tocado uno de esos grandulones de malos modales y deseos de matar intactos. –Lo siento... ¿dónde están mis modales? Soy Sai, tengo veintiséis, soy heterosexual pero me laten más los hombres ahora y me metieron aquí por robar una obra de arte en el museo... en Rusia...

Sasuke, pues así se llamaba, le miró con aun más incredulidad. ¿Qué era esto? ¿Un simple reclusorio para jóvenes? Bueno... robar es un delito pero no se le hacía tan pesado... ¡¿Y qué onda con la manera de definirse sexualmente?!

-¿Y bien?

-No te importa. –no iba a cambiar, dentro o fuera de la prisión.

-Oh, bien. –siguió leyendo su libro, estaba en la parte superior de la litera. Sasuke pensó seriamente si quitarlo o simplemente usar la cama de abajo. Podría decirle que se bajara y actuar como todo un "malote" pero ¿y si era mentira lo de un simple robo? ¿Por qué juntarían a un ladrón simple con... pues él?

Se sentó y puso los zapatos debajo de la cama, se recostó y cerró los ojos con fuerza. Noventa años ahí.

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-Hola, Sasuke Uchiha, veintitrés años, heterosexual y asesino de su familia completa.

El chico se giró con sorpresa, no es que fuera un secreto esos datos, menos en prisión. Pero se trataba de ese tipo extraño llamado Sai quien le saludaba de esa particular manera. Elevó la cara y el sol le daba de espaldas a Sai por lo que tuvo que entrecerrar los ojos para apreciar sus rasgos y esa sonrisa.

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