Hermosa vision

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El camino empedrado y terroso provocaba que todas las ventanas del auto quedaran cerradas y la velocidad fuera mínima buscando que las llantas no se dañaran en el proceso. Había un reproductor que se conectaba por WiFi al celular del padre mientras la madre seguía bordando algo con calma, inmersa en pensamientos abnegados mientras que su mano se movía con total habilidad a pesar de los brincoteos que daban dentro del automóvil familiar.

Itachi miraba por el cristal, aprovechando el reflejo para observar a su hermano menor, a su lado, mirando por la ventana contraria mientras llegaban. El pastizal creaba un margen entre la "carretera" y las viviendas. Grandes construcciones victorianas, renacentistas, algunas góticas, otras románticas, todas alejadas unas de otras, con enormes campos verdes para separarse. Familias alejadas del avance tecnológico, atrapadas en burbujas de tiempo. Sonrió. Este sería el lugar adecuado para que su hermano pudiera calmarse un poco.

Ya de por sí siendo muy lento, el padre, llamado Fujaku Uchiha, redujo aun más la velocidad y giró a la derecha, pisoteando el pastizal dorado y verdoso, mientras invadía propiedad privada. Subieron una colina, con arcos hechos de arboles, ramas y pastizal. Itachi se acomodó mejor en el asiento y giró su cabeza hacia su hermano de diecisiete años, quien parecía al fin interesarse por algo, inclinándose un poco más hacia una ventana, pegando inclusive su mano al vidrio mientras seguía como podía el camino.

El auto frenó y sus luces se apagaron. Salieron del auto.

El viento golpeó el rostro de Sasuke, quien agachó la cabeza un poco y no se animó a dar un paso hasta que el aire cesó su violento recibimiento, entonces, al levantar la vista se encontró con aquella familia. Sus ojos felinos se agudizaron al ver al joven de rubios cabellos y ojos azules, tan idéntico al padre, igual de sonriente que la madre.

-¡Mikoto! –la mujer corrió con su vieja amiga, ambas desordenando su cabello en el abrazo sorpresa y gustoso que se daban. Los padres se saludaron de manera más concisa y no tan efusiva, incluyendo a Itachi entre ellos.

Hablaban de algo, sobre el camino, sobre el tiempo, sobre la vista que ofrecía el lugar. Sasuke decidió ignorarlos un poco, girándose hacia atrás cuando el viento lo volvió a empujar, quería saber hacia dónde se dirigía. Quedó prendido de la emoción silenciosa cuando notó el enorme paisaje a sus espaldas, a lo lejos podía ver caballos cabalgando sin cerca que los detuviera, aves tan cercas unas de otras, estrellas a lo lejos en un cielo que se tornaba violeta mientras que aun a su cabeza le daba un sol refulgente el calor de la tarde.

-¿Recuerdas a mi hijo? Sasuke, Sasuke... -Mikoto lo tomó del antebrazo, sacándolo de su ensoñación y se lo llevó hasta ellos. –Mira, es mi hijo Sasuke. Hijo, ella es Kushina, mi amiga.

-Oh... Mikoto, creí que era una niña cuando me enviaste la fotografía. –le dijo algo apenada cuando tomó la mano del chico.

-Pues en ese tiempo, sí que parecía una ¿no? –comentó tranquila la madre de éste mientras sonreía. Sasuke la miró con abatimiento.

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