Amando por dos III

7.7K 938 394
                                    


Naruto y Sasuke no eran una pareja normal de esposos...

Eso ya lo sabemos.

Sin embargo, ambos aprendían poco a poco a entenderse y respetarse. A vivir una vida lo más saludablemente posible.

Por ejemplo, Naruto le daba todo el espacio que Sasuke necesitaba. Y a cambio, Sasuke le dejaba abrazarlo por la noche. O por lo menos, ese era su pretexto.

Siempre fue muy propenso a sentir frio pero el brazo de Naruto lograba lo imposible, hacerlo sudar. Solo bastaban unos minutos en los que Naruto prácticamente dejaba caer todo el peso de su brazo encima de él, rodeando su cintura y ya, como acto de magia, Sasuke comenzaba a sentir mucho calor.

Al principio esperaba a que Naruto comenzara a roncar –porque siempre roncaba—para poder acomodarlo y sentirse libre de aquel peso. Luego, un día le dolía la cabeza y despertó a la mitad de la noche, fue el mismo sudor de siempre, su abdomen parecía haber estado en continuo trabajo físico pero solo era el calor que emanaba el cuerpo del rubio. Y entonces, agotado y molesto por aquella jaqueca, no quitó el brazo.

La noche siguiente a esa, tampoco sintió necesidad y entonces, unas semanas después, simplemente le dio igual tener aquel brazo encima o no.

O eso creía...

Porque la evidencia declaraba lo contrario.

Eran las p*tas tres cuarenta y siete de la madrugada y Sasuke seguía con los ojos abiertos de par en par.

¿Por qué?

Porque Naruto no le había puesto su brazo encima. Estaba asustado, en medio de aquella cama que ahora parecía incómodamente grande, rodeado de oscuridad y completo silencio. Ya se había dado por vendido buscando soluciones que remplazaran la sensación de invasión que Naruto le provocaba... se había recostado hasta las doce de la noche pero encendió el televisor y se puso a ver los programas que normalmente su idiota amigo vería, trataba arrullarse pero no lo logró. A la una y cuarenta se dio cuenta que era porque sentía el vacio en el otro lado de la cama, sin preocupaciones, se levantó y sacó una cobija que enrolló hasta formar una especie de cilindro deforme para sustituir el cuerpo de Naruto. No funcionó. Se cubrió con ella esperando que fuera el calor el que lo arrullaba pero no funcionó...

Pataleó berrinchudo a sabiendas que nadie lo veía. Se sentó recto creyéndose una isla en medio de aquel océano de sábanas. En realidad, toda la casa era enorme sin Naruto...

... Siempre fue un chico solitario.

¡Que se la crean los demás!

Sasuke jamás. JAMAS tuvo esa sensación de soledad. Naruto estuvo ahí siempre. A sus siete años, a sus doce años, a sus dieciséis años... Sasuke, antes de incluso saber los sentimientos de Naruto, tenía una imagen (a la que no le ponía mucha atención, por cierto) donde se veía junto a Naruto en sus últimos días.

Le gustaba imaginar al rubio envejecido. Era una especie de ilusión... estaba seguro que seguiría sonriendo de una manera tan despreocupada que perecería que hace mucho había muerto y ya no había preocupación que le quitara su felicidad de la mirada azulina.

Pero esta noche se sentía ansioso.

Se talló el rostro dejándose caer de nuevo, hundiendo su nuca en la almohada fresca. La almohada que normalmente usaba él, estaba olvidada en el suelo, ahora estaba usando la de Naruto como un acto desesperado de sentirlo cerca.

Miró su celular sobre la mesita de noche.

-Naruto... -le llamó pero obviamente nadie contestó.

Historias cortas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora