Fuerza

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Sasuke Uchiha era un hombre muy fuerte.
Aunque muchas veces él mismo creyera lo contrario, su fuerza era incomparable la mayoría de las ocasiones.
Tenía jutsus invencibles y técnicas sorprendentes pero lo que lo volvía particularmente fuerte era su amor.
Si, amor.

Porque sólo una persona fuerte puede soportar el amor.

Muchos creen que Naruto fue un amigo incondicional que estuvo con los brazos abiertos para recibirlo en Konoha, no es así... cada sufrimiento vivido, se lo cobró...

Me casaré con Hinata... sólo así podré ser Hokage...

Y Sasuke dijo si.
Dijo si a verlo tan cerca pero imposible de tocar.
Dijo si a seguir su plan y aceptar la coartada.
Porque sólo alguien fuerte puede entregarse acostándose con otro. Sólo alguien que ama es capaz de abandonar su cuerpo y dárselo a otro.
Pobre Sakura...
... se tuvo que conformar también con tener el cuerpo y no el alma.

Un cadáver moviéndose.

Sasuke era tan fuerte que su alma sostenía el cuerpo pesado y adolorido en cada misión encomendada. Soportaba fieramente porque Naruto esperaba su llegada.

Sólo alguien fuerte puede ser valiente y Sasuke lo era.
Él lo aceptó y lo gritó en su fuero interno, se dejó caer en el tormento de amar y no ser amado, una pena que sólo pocos aceptan.
Pocos la soportan.

Pero Sasuke era aún más fuerte... por eso no apartaba la vista cuando Naruto besaba los labios de la mujer con la que dormía. Fuerte fue en las noticias y con fuerza recibió al pequeño fruto de una noche calurosa.

Sabía que sería más fuerte si lo seguía viendo... a ese niño que lloraba cuando Naruto y él se juntaban, como si sintiera el fuego que nacía y supiera que perdería la familia que tenía. El pequeño buscaba separarlos.

Como todos.

¿Dios estaría viendo todo eso? Porque hace mucho que Sasuke aceptó gustoso la idea de que la vida realmente no era justa.
Pero si Dios existía, algo estaba mal ahí...
... por eso Sasuke no quería creer en Dios.

Además, así era más sencillo porque Sasuke necesitaba ser fuerte, no tenía descanso.

Y casi cae rendido esa noche. Ya se sentía cansado desde que vio esa mirada frívola y egoísta. Pero el amor era su fuerza y no se consumía, por eso aceptó y ambos esperaron a que el alcohol subiera y las personas buscaran sus hogares, sin mostrar ansiedad ni emoción.

Luego, usó su fuerza y se dejó tumbar en el suelo de esa odiosa oficina. No se quejó ni disfrutó cuando le mordió el cuello, le arrancó la ropa y lamió su cuerpo. No cerró los ojos ni lloró cuando Naruto lo invadió por dentro y se deleitó con su restos de vida. Acabando con todo.

Porque Sasuke era fuerte... sólo alguien fuerte es herramienta, es arma y descanso. Sasuke lo era. Sólo alguien fuerte puede mirar esa fina línea entre la vida y la muerte y quedarse ahí, sin cruzar a ningún lado.

Fuerte.

Sin embargo, ni el mismo Sasuke Uchiha conocía bien el amor. Lo veia como un pecado invencible, una cadena oxidada que aprisionaba su alma y la mantenía atada a la vida penosa que llevaba.
No conocía del todo al amor...
Porque el amor es muy cerrado y pocas veces se deja conocer.

El amor era fuerza, una fuerza que odiaba tener Sasuke y que negaba en un mudo intento por abandonarla.

Pero también era esperanza...

Y no es que la sintiera Sasuke. No, él solo sentía amor pero no reconocía la esperanza en él.
Porque debe verse reflejada en otro, deben ser dos para ser una unidad completa.
Y Naruto fue ese espejo.

Sasuke era muy fuerte, aunque lo negase.
Pero la fuerza escapó sorpresivamente una tarde, cuando su mundo, su Naruto, se mostró ante él.

Y sólo cuando lo experimentas tú, entiendes lo que un segundo puede ocasionar.
Porque fue un segundo.
Porque sólo fue una caricia con los ojos y le arrebató la fuerza.
Las rodillas cedieron y cayó de golpe al suelo, harto, sintiéndo al fin los estragos de su sobre esfuerzo eterno.
Y ahora la muerte le seducía, quería irse.

Pero de nuevo, el amor sorprendía al pobre hombre moribundo.
Que un leve toque dé esperanza es algo confuso y difícil de entender.

Pero Sasuke comprendió que la fuerza del amor se resumía en la esperanza.

¿Esperar qué?

No lo sabe. Pero el azul de la mirada lo obliga de nuevo a ser fuerte.

Fuerte.

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